Nunca sabremos
cuando el corazón nos manda, pero es bien cierto que muchos de nuestros actos,
son originados por esas “sensaciones” que el corazón llama a nuestra conciencia
y obramos según nos dicta, sin pensar si es lo más acertado. Solemos tomar
muchas decisiones dictadas a veces por el corazón, imponiéndose a las pensadas
con la cabeza. Es posible que no sean a veces las más acertadas, pero si es
verdad que son más rápidas y en algunos casos más idóneas, si lo pensamos detenidamente.
En determinados
momentos el corazón influye ante la realidad y nos expone una respuesta que
damos por medio de nuestras reacciones. A veces son difíciles de tomar y pueden
llevarnos a situarnos ante un serio conflicto, pero en esos momentos creemos
que es lo más acertado, no haciéndole caso al análisis premeditado. Nuestras
vidas están llenas de momentos en las que es necesario tomar decisiones. Aunque
nunca estaremos libres de que nos surja un conflicto, al cual debemos hacerle
frente, ya que así nos lo dictó nuestro corazón, pero no por eso deberíamos
arrepentirnos. No es una terea sencilla, y deberíamos vivirla con gratitud,
desbordando ese afecto, que nos permita liberarnos de los llamados “miedos a
equivocarnos”
Todas esas
decisiones nos podrán librar de grandes tensiones y dolores de cabeza a través
de una búsqueda de “algo” que nuestro corazón nos dice, aunque no acabemos de erradicar los sentimientos que la
desconfianza nos pone por delante. Frecuentemente decimos y actuamos de esas
bondades que el corazón nos dicta, bondades que a veces nos tranquilizan
mejorando nuestro estrés y optimizando la capacidad que en esos momentos se nos
presentan.
Tomar estas
decisiones no es una teoría acertada, pero al menos nos ayuda a seguir unos
pasos que nuestra intuición nos dice. No olvidemos que la posibilidad de
equivocarnos existe, pero debemos arriesgarnos a ser valientes a pesar de la
incertidumbre que toda decisión conlleva. Desgraciadamente la vida es demasiado
breve como para esperar que lleguen oportunidades, en realidad es como un tren
que has de coger en marcha y atrevernos a subir, puesto que a veces nos
arrepentimos de no haber hecho aquello que nos dictó el corazón.
Casi siempre
estamos acostumbrados a tomar decisiones basadas en la razón, y en datos ya
preestablecidos, simplemente por la costumbre de tropezar con las malas
decisiones que la vida nos presenta, pero cuántas veces damos gracias por haber
tomado esas decisiones que el corazón nos dijo acertadamente en un momento puntual.
Dicen que
siempre debemos confiar en el instinto del corazón, puesto que él nunca se
equivoca, aunque comprendo que no es tarea fácil y no siempre se puede llevar a
la ligera, ya que nunca debemos ignorar que ni la razón ni en la experiencia, a
veces pueda ser acertada. Contemplando
siempre todos los aspectos con los que a primera vista poseemos, seguro que
seremos totalmente responsables de tomar decisiones, para que podamos asumir un
resultado positivo basándonos en el instinto de nuestro corazón.
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