Qué duda cabe
que el atractivo físico, siempre es una valía en nuestra vida. Lo consideramos
como un poderoso argumento para muchas de las nuestras actividades que
diariamente desarrollamos sobre todo desde la juventud, hasta la mediana edad.
Si nuestra presencia es agradable, ya tenemos “algo ganado” y si lo acompañamos
de alguna valía personal, puede que el éxito esté asegurado. Pero no todo creamos que sólo consiste en
“eso”, al mismo tiempo es necesario poseer una escala de valores, que hace que
tú buena presencia física se vea acompañada de ese atractivo.
Existe mucha
diferencia entre el atractivo físico y la conducta personal. El físico es
cuestión de “primera impresión” No deseo quitarle importancia a ese atractivo,
pero cuando llegamos al trato personal, la cosa puede cambiar. Puede suceder
que ese porte que a primera vista tanto nos influenció, quede algo en entredicho
ante una conducta y un estilo de manifestarse en momentos determinados.
Pensemos que el mundo no nos va a ser complacido sólo por nuestro atractivo, la
vida es un continuo aprendizaje, donde debemos presentarnos no sólo con nuestro
físico, sino apoyado en una serie de parámetros y condiciones que nos hagan
mostrarnos a través de nuestra forma de ser, a fin de despertar emociones ante
los demás.
En algunas
personas, esto es innato ante sus formas de ser, y sólo unos pocos afortunados
tienen la dicha de manifestarse de una forma agradable, a veces por su presencia,
su forma de expresarse y a veces sólo por su forma de hablar implican todo un conjunto
de cualidades, llegando a establecer una forma de irremediable atracción, las
cuales no son ni más ni menos, sistemas de cortesía que generan ante los demás
situaciones agradables, proporcionando
ante sus semejantes un estado de atracción y confianza. Debemos presentarnos
ante los demás, de una forma natural, y sin apenas darnos cuenta nos mostramos con una percepción limpia de
perjuicios, situándonos en todo momento acompañado de una actitud liberadora;
por tanto, también “eso” es un atractivo físico, el cual siempre estará a
nuestro favor, Algo aparentemente sencillo, pero no es tan fácil como parece,
debiendo a que siempre debemos actuar de forma natural y nunca ante una actitud
fingida.
Muchos nos
preguntamos: ¿Puede una persona con un físico importante, prestar atención?
Pues sí, es muy posible. Cuando alguien se considera atractivo siempre asume todo lo que le rodea, deseando que le presten
atención, pero a veces esto no sucede, y
es cuando nos encontramos sumidos en una descalificación, al no recibir esa
atención que deseamos ofrecer. A veces creemos que estamos causando estupor,
ante nuestro atractivo físico, pero no despertamos esa admiración que creemos
ante los demás, más bien lo contrario. Piensas que siempre debes ser apreciado
no por tu atractivo físico, sino por tú condición personal, por tu forma de ser
y sobre todo, manifestarte con una auténtica sencillez ante los demás, no
perdiendo el tiempo en buscar segundas intenciones o significados en actitudes
simuladas. Posiblemente, la manifestación y la forma más clara de un buen
atractivo físico, es el más claro exponente de tu sencillez, y tú forma de ser,
eso sólo lo encontrarás en tu propia condición personal ante los demás.
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