miércoles, 4 de noviembre de 2015

El hechizo de los cuentos.

          Desde los principio de la humanidad, el cuento y la leyenda conjuran la oscuridad y el frío en lo más crudo del invierno. Cuentos y leyendas representan los ciclos de las estaciones y de la propia naturaleza humana, que se rige por los mismos círculos de memoria y olvido, sueño y vigilia, vida y muerte… Estos mitos explican y recrean el mundo de un modo mágico, a veces simbólico y poético.
          Ellos nos enseñan que somos parte de ese mundo y que estamos profundamente enraizados en los ritmos de la tierra y del paisaje al que pertenecemos. La rebeldía y la libertad son también valores ensalzados que aportan un poco de esperanza a un mundo desesperanzado. Durante años y siempre antes dormir, hemos oído a nuestros hijos eso de: “cuéntame un cuento” La infancia es la época de la iniciación a la vida, siendo el cuento una de las más formidables herramientas de aprendizaje. Y todas y cada una de las noches, al llegar la hora de dormir, emprendemos ese sendero imaginario.
           “Erase una vez… En ese momento se abre un paréntesis, y nuestros pequeños guardan un silencio respetuoso, quedando el tiempo mágicamente suspendido, y comenzamos ese pacto en el que las fronteras de la realidad se diluyen, al menos hasta que la ceremonia termina con otra fórmula ritual, como el de “colorín colorado”
            El cuento y la leyenda se asemejan a sueños en cuanto se reconstruyen virtualmente los nudos emocionales, los anhelos, los miedos y las preocupaciones, escenificando las situaciones más conflictivas sin problemas para resolverlos.
            Podemos ver cómo nos introducimos en los misterios y peligros más insuperables y siempre salimos indemnes. Por ello, en ocasiones, nuestros hijos nos piden que les repitamos una y otra vez la misma narración, que, como en un sueño recurrente, se recrean de forma reiterada con ese argumento particularmente irreal.
            Nuestra mente utiliza esas argucias para restaurar la cordura y la leyenda enfrentándonos a problemas para los que no tenemos, ni tendremos probablemente una explicación lógica, como el odio y la maldad, el dolor y el sufrimiento, la injusticia y la desigualdad, la muerte y el abandono, la mentira y el engaño, etc. Realmente son muy pocos los cuentos que no tienen alguno de estos ingredientes, expresados todos a un nivel del más puro simbolismo.
            Un cuento antes de dormir es el preludio perfecto  para el sueño; éste nos lleva al borde del abismo y nos muestra el modo de resolver contratiempos y restaurar el equilibrio perfecto, con ese mensaje subliminal de que, pese a todos los problemas, la vida continúa y tiene un lado amable y perfecto si sabemos encontrarlo.
            Sin duda los cuentos nos hacen más humanos y contribuyen a crear, día a día y cuento a cuento, un mundo mejor. Posiblemente, algún día descubriremos también que los cuentos abonan y hacen más vivos y frondoso nuestro maravillo bosque de neuronas. Y así de esa manera, la realidad y la ficción habrán entrelazado sus ramas haciendo que vivamos una vida mejor.

        Meditación: La voz de la persona amiga es la nota más hermosa en la orquesta de la vida.

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