Si, ¿por qué darnos por vencidos? Si el
impulso que realmente necesitamos para no tirar la toalla, siempre está dentro
de nosotros mismos. Pero lo reconozco, el cuerpo humano tiene un límite y es
cuando decimos; “esto es imposible” “no hay manera de hacerle comprender” “por mí no a ha quedado”; son estas y algunas
más, las que se nos vienen a la mente cuando realmente no encontramos solución
a lo pasado. Sí, es muy triste, existen días y momentos en los cuales
sucumbimos y nos dejamos llevar por la derrota. ¿Qué mecanismos deberíamos
poner en práctica para conocernos mejor y poder alcanzar nuestros objetivos? ¿Cómo
superar nuestras limitaciones y bloqueos, para conseguir reforzar nuestra
autoconfianza? ¡No es nada fácil! La motivación es un “motor” propio que nos
sale de dentro. Entonces, ¿qué cosa nos falta?
A
lo largo de nuestra vida nos encontraremos con grandes obstáculos, con
dificultades extremas, que nos hacen pensar que no vamos a ser capaces de
lograr nuestros objetivos, que vamos a fracasar y que no merece la pena seguir
luchando.
Todo
lo comprendo. Pero la clave para no
desistir es tener una mente clara, es decir, que sepamos siempre hacia donde
nos dirigimos y un corazón valiente lleno de coraje para atajar todas las adversidades. Vivimos
en una sociedad emocionalmente cansada; así nos lo dicen diariamente los medios
de comunicación, una sociedad que se queja demasiado, que es triste, a la que
le falta proyecto individual y colectivo. En verdad todos somos hijos de esta
sociedad que nos ha tocado vivir, con mucha información, pero desgraciadamente
con pocas ilusiones.
Considero
que un error, es siempre una fuente de aprendizaje, algo de lo que tenemos que sacar
lecciones valiosas para emprender nuevas metas, y enmendarlo para que ese
fracaso no nos hunda. Cuántas veces hemos oído decir: “el camino nunca es
fácil, tiene tantas rosas como espinas. Comprendo que si fuera tan sencillo, no
valdría la pena. Por eso cuando cometemos errores, cuando las cosas no nos
salen bien, debemos volver a levantarnos y seguir intentándolo.
Si
fijamos nuestra mente en la idea de rendirnos, no es una opción, no podemos
darnos por vencidos y continuar luchando. En cierto que podemos tener más o
menos éxito a la hora de conseguir esos objetivos que nos hemos planteados
pero, lo que está claro, es que tenemos muchísimas más posibilidades de
triunfar si seguimos luchando que si nos damos por vencidos, puesto que al
rendirnos nuestras posibilidades irán reduciéndose a cero.
El
que dispone de voluntad en sí mismo, ya dispone de una motivación para vencer
esas dificultades, y si al mismo tiempo es capaz de renunciar a la satisfacción
de lo inmediato, seguro que tendrá visión de futuro. Los poderosos y los
triunfadores no se hacen de un día para otro, sino de empujes, desvelos y
obstinaciones, para llegar a soluciones positivas. Aprender a vivir, es ser
capaz de superar las frustraciones que la vida nos impone con su devenir, con
el único fin de encontrarnos con lo mejor de sí, braceando contra el oleaje, a
pesar de que la vida nos impida avanzar.
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