En estos tiempos que corren, necesitamos
soñar de vez en cuando, volver a la infancia, a la inocencia, a la bondad y a
creer en los sueños mágicos y porqué no, a los amores imposibles de cuentos y
novelas románticas. El mundo está en mano de aquellos que tienen el coraje de
soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños.
Todos
tenemos cosas pendiente en nuestra vida que hubiéramos querido hacer, pero ¿qué
es lo que podemos hacer en estos momentos para disfrutar? Si estamos decididos,
debemos centrarnos y vivirla al máximo y de esta forma podremos ver los
resultados. No pongamos mala cara si tú pareja o si tú amigo ha cambiado de
planes, tenemos que ser flexibles en la visión de futuro y tomar la vida con
menos exigencias.
Si
algo ha salido mal no perdamos el tiempo compadeciéndonos, tenemos que extraer
lo positivo y confiar en que casi siempre todo tiene arreglo.
Por
eso el futuro está presente siempre en nosotros, pues cualquier cosa que
hagamos apunta hacia una meta determinada, nace de un propósito, un deseo y al
mismo tiempo de una necesidad.
Confiemos
en que acabará estos pésimos tiempos que nos ha tocado vivir, con la sensación
que serán recuperables, empujando esta “enorme roca” hasta llevarla a la
“colina”, haciendo de nuevo un camino para volver a comenzar una nueva tarea.
La
percepción actual consiste en que todos “empujemos” ese pesado lastre y que
aunque esa cima aliviadora esté lejos, nunca debemos decaer para no provocarnos
una extenuación física.
El
dolor, el enfado, el disgusto o las culpa infundidas erróneamente, pueden
convertirse en obstáculos que dificultan el libre fluir de esas nuevas ideas,
de esos nuevos sentimientos y emociones, para nuestras relaciones con los
demás. En nuestra sociedad predomina la represión y resulta difícil a veces
recuperar la espontaneidad.
Tendríamos
que tener confianza en el futuro y ayudar a los demás, todo nos beneficiará en
nuestras relaciones y posibilitará una sociedad más sana y libre.
Dirigir siempre la mirada sin temor
hacia un horizonte limpio y luminoso, creer que lo mejor está siempre por
venir, de esta forma nos llenaremos de energía para afrontar los nuevos tiempos
con una fortaleza mayor.
No
hay lugar adonde ir, salvo a cualquier parte, así que debemos seguir caminando.
Sólo hay un único lugar donde el “ayer” y el “hoy” se encuentran y se reconocen
y, ese lugar sin ninguna duda es, el
mañana.
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