viernes, 20 de noviembre de 2015

¿Por qué no confiamos en el futuro?

            En estos tiempos que corren, necesitamos soñar de vez en cuando, volver a la infancia, a la inocencia, a la bondad y a creer en los sueños mágicos y porqué no, a los amores imposibles de cuentos y novelas románticas. El mundo está en mano de aquellos que tienen el coraje de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños.
           Todos tenemos cosas pendiente en nuestra vida que hubiéramos querido hacer, pero ¿qué es lo que podemos hacer en estos momentos para disfrutar? Si estamos decididos, debemos centrarnos y vivirla al máximo y de esta forma podremos ver los resultados. No pongamos mala cara si tú pareja o si tú amigo ha cambiado de planes, tenemos que ser flexibles en la visión de futuro y tomar la vida con menos exigencias.
            Si algo ha salido mal no perdamos el tiempo compadeciéndonos, tenemos que extraer lo positivo y confiar en que casi siempre todo tiene arreglo.
             Por eso el futuro está presente siempre en nosotros, pues cualquier cosa que hagamos apunta hacia una meta determinada, nace de un propósito, un deseo y al mismo tiempo de una necesidad.
             Confiemos en que acabará estos pésimos tiempos que nos ha tocado vivir, con la sensación que serán recuperables, empujando esta “enorme roca” hasta llevarla a la “colina”, haciendo de nuevo un camino para volver a comenzar una nueva tarea.
             La percepción actual consiste en que todos “empujemos” ese pesado lastre y que aunque esa cima aliviadora esté lejos, nunca debemos decaer para no provocarnos una extenuación física.
            El dolor, el enfado, el disgusto o las culpa infundidas erróneamente, pueden convertirse en obstáculos que dificultan el libre fluir de esas nuevas ideas, de esos nuevos sentimientos y emociones, para nuestras relaciones con los demás. En nuestra sociedad predomina la represión y resulta difícil a veces recuperar la espontaneidad.
            Tendríamos que tener confianza en el futuro y ayudar a los demás, todo nos beneficiará en nuestras relaciones y posibilitará una sociedad más sana y libre.
            Dirigir siempre la mirada sin temor hacia un horizonte limpio y luminoso, creer que lo mejor está siempre por venir, de esta forma nos llenaremos de energía para afrontar los nuevos tiempos con una fortaleza mayor.
            No hay lugar adonde ir, salvo a cualquier parte, así que debemos seguir caminando. Sólo hay un único lugar donde el “ayer” y el “hoy” se encuentran y se reconocen y, ese lugar sin ninguna duda es, el mañana.

                   Meditación: Raramente confiaremos en alguien que es mejor que nosotros.

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