Esa es una de las
muchas preguntas que constantemente nos hacemos; ¿qué vida nos gustaría tener? Por
eso a veces nos decimos: “Yo tengo una buena vida y aun así no soy feliz” Es
lógico que lo pienses, por la sencilla razón de que has caído de pleno en los
envíos masivos de la publicidad, de la manipulación y de aquellos que quieren que
te autodestruyas para así enriquecer la suya.
Sí, deseamos
abundancia, pero: ¿de qué? Es posible que, de entre todas sus formas, el amor y
el dinero sean los más buscados. Aunque, ¿cómo conseguirlo? Para empezar todos
fantaseamos con ser rico de la noche a la mañana. Pero, ¡Por qué? ¿si no eres
feliz con lo que tienes, acaso crees que sabrás valorar y administrar una gran
riqueza? Probablemente pierdas muchos amigos, ganes enemigos y las cosas en el
plano emocional te vayan a peor. O crees que las situaciones suceden por si
solas, que habrá un milagro en tu vida. Así que, en lugar de desvivirnos
rogando al Todopoderoso o al Universo para que nos otorgue esa mejor vida; ¿no sería
mejor reconocer primero y administrar los bienes que contiene la que ya estás
disfrutando?
A veces, antes
un plan sólido y esperanzador, sea posible mejorar esa vida que cuantas veces
hemos imaginado y poder convertir esos sueños en realidad. Nunca debemos
permitir que el miedo al cambio o la predisposición al fracaso nos detengan en
nuestro camino para lograr lo que nos imaginamos. Lo nuevo, si lo pensamos,
puede ser escalofriante para muchos, ya que cambiar significa dejar la
comodidad y entrar en un nuevo proceso de adaptación. Pero es muy posible, que
cuando no tomamos conciencia de lo que imaginamos, tendamos a sufrir el papel
de víctima y siempre necesitaremos más, no llegando nunca a estar satisfechos.
Comprendo que se
trata de imaginar, sí, pero siempre partiendo de nuestra esencia más profunda y
siempre abriéndonos a los demás. Y nunca olvidando que, antes de solicitar, hay
que ofrecer. Debemos aprender a disfrutar de nuestros logros y sobretodo, del
progreso de los mismos, reconociendo que hoy estás donde querías estar ayer, y
deberíamos sonreír por ello. La vida no es un destino al cual queremos llegar,
es un viaje que debemos aprender a transitar.
Entonces nos
preguntamos: ¿acaso es injusto que deseemos mejorar nuestra suerte? No, es
normal, pero es más interesante es saber por qué queremos soñar con más. ¡Cuántos
pensamientos indisciplinados e indiscretos se dan en nuestros sueños! Es
siempre a través de ellos, cuando idealizamos a los seres queridos y cuando deseamos
que nuestras vidas desearíamos que se duplicaran para una nueva idealización.
Ofrecer al mundo
una imaginación abundante y amorosa. ¡Es lo ideal! Pero pensemos que en esa
ofrenda, entramos en la frecuencia de la vida que imaginamos, y poniéndonos en
esa situación nos atraeremos más fácilmente.
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