domingo, 6 de septiembre de 2015

La vida que imaginamos.

          Esa es una de las muchas preguntas que constantemente nos hacemos; ¿qué vida nos gustaría tener? Por eso a veces nos decimos: “Yo  tengo una buena vida y aun así no soy feliz” Es lógico que lo pienses, por la sencilla razón de que has caído de pleno en los envíos masivos de la publicidad, de la manipulación y de aquellos que quieren que te autodestruyas para así enriquecer la suya.
            Sí, deseamos abundancia, pero: ¿de qué? Es posible que, de entre todas sus formas, el amor y el dinero sean los más buscados. Aunque, ¿cómo conseguirlo? Para empezar todos fantaseamos con ser rico de la noche a la mañana. Pero, ¡Por qué? ¿si no eres feliz con lo que tienes, acaso crees que sabrás valorar y administrar una gran riqueza? Probablemente pierdas muchos amigos, ganes enemigos y las cosas en el plano emocional te vayan a peor. O crees que las situaciones suceden por si solas, que habrá un milagro en tu vida. Así que, en lugar de desvivirnos rogando al Todopoderoso o al Universo para que nos otorgue esa mejor vida; ¿no sería mejor reconocer primero y administrar los bienes que contiene la que ya estás disfrutando?
           A veces, antes un plan sólido y esperanzador, sea posible mejorar esa vida que cuantas veces hemos imaginado y poder convertir esos sueños en realidad. Nunca debemos permitir que el miedo al cambio o la predisposición al fracaso nos detengan en nuestro camino para lograr lo que nos imaginamos. Lo nuevo, si lo pensamos, puede ser escalofriante para muchos, ya que cambiar significa dejar la comodidad y entrar en un nuevo proceso de adaptación. Pero es muy posible, que cuando no tomamos conciencia de lo que imaginamos, tendamos a sufrir el papel de víctima y siempre necesitaremos más, no llegando nunca a estar satisfechos.
          Comprendo que se trata de imaginar, sí, pero siempre partiendo de nuestra esencia más profunda y siempre abriéndonos a los demás. Y nunca olvidando que, antes de solicitar, hay que ofrecer. Debemos aprender a disfrutar de nuestros logros y sobretodo, del progreso de los mismos, reconociendo que hoy estás donde querías estar ayer, y deberíamos sonreír por ello. La vida no es un destino al cual queremos llegar, es un viaje que debemos aprender a transitar.
           Entonces nos preguntamos: ¿acaso es injusto que deseemos mejorar nuestra suerte? No, es normal, pero es más interesante es saber por qué queremos soñar con más. ¡Cuántos pensamientos indisciplinados e indiscretos se dan en nuestros sueños! Es siempre a través de ellos, cuando idealizamos a los seres queridos y cuando deseamos que nuestras vidas desearíamos que se duplicaran para una nueva idealización.
           Ofrecer al mundo una imaginación abundante y amorosa. ¡Es lo ideal! Pero pensemos que en esa ofrenda, entramos en la frecuencia de la vida que imaginamos, y poniéndonos en esa situación nos atraeremos más fácilmente.

 Meditación: Nuestra mayor gloria no está en fracasar nunca, sino en levantarnos cada vez que nos caemos.
 

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