domingo, 20 de septiembre de 2015

El sosiego interior.

              ¡Que de falta echamos esa paz interior que continuamente deseamos! Los quehaceres apurados de la vida cotidiana y los conflictos que cargamos diariamente nos consumen. Sin embargo, curiosamente cuando interpelamos a algún introvertido sobre sus rasgos de caracteres, todos coinciden sin excepción en que su tranquilidad es su fortaleza, y que es a través de esa quietud donde encuentran su inspiración vital y el verdadero sentido de las cosas.
               A veces nos sentimos cansados, llegando nuestras energías a fragmentarse, siendo imposible encontrar una base firme para nuestro bienestar. Sencillamente la carencia de esa paz interior es la consecuencia de la falta de esa calma interior que deseamos. Todo es debido al derroche de recursos vitales como las preocupaciones, lamentos, culpas, indecisiones, estupideces, etc.
             Pero si diariamente continuamos adaptando nuestro buen o mal humor a las circunstancias, permitiéndonos que sean estas quienes marquen nuestro estado de ánimo somos nosotros mismos los que nos convertimos en el problema, impidiendo que la paz y el sosiego interior se activen dentro de nosotros, en lugar de crearnos un refugio seguro de tranquilidad y de equilibrio que nos permita disfrutar de cada instante. Pensemos que todo lo que nos preocupa, nos lleva a contribuir a que todo lo que nos suceda a lo largo del día, nos desequilibre y nos inquiete.
            Siempre hemos reconocido el valor de la soledad y la introversión. ¿Cómo es que lo hemos olvidado en estos tiempos? Vivimos momentos históricos convulsos con grandes problemas por resolver. Ellos requieren que los introvertidos se sientan libres para aportar esas soluciones que derivan de nuestras propias perspectivas existenciales, colaborando de esta forma en la creación de una sociedad estable que sepa aprovechar el talento y las capacidades de los individuos que la forman.
             La mayoría de las personas no llegan a tener paz ni estabilidad interior. Viven tan dispersos en las cosas del mundo, que confunden lo que tienen con lo que son. Cuando una persona confunde lo que es, con lo que desea, es cuando empieza a perder la paz interior.
             Ese sosiego interior llega cuando nos apartamos mental, emocional y hasta físicamente de los dramas mundanos, de los conflictos, de todo aquello que creemos que debemos decir, es decir: hacer o defender.
            Nuestro sosiego interior se convierte en una realidad cuando decidimos íntimamente trasladarnos de las tristezas y las preocupaciones a la tranquilidad y la dicha. Nuestra paz interior no debemos confundirla con inactividad. Tampoco es la ausencia de sufrimiento: no hay verdadera paz interior sin cruz. Aunque os parezca mentira, se puede sufrir mucho y crecer con un gran sosiego y una paz interior.

Meditación: El paz interior no se puede mantener por la fuerza; solo se puede conseguir por la comprensión.

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