miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Sabemos utilizar nuestro tiempo?

            Hoy en día resulta extraño encontrar alguna persona que no lleve un móvil en el bolsillo. Vivimos atados al él, cautivo del tiempo. El lenguaje coloquial de ese “aparatito” nos muestra que el tiempo se puede ganar o perder, dar o quitar, buscar o encontrar, tener o tomar, etc.
            Es sin duda un recurso especial. Nos sentimos incapaces de poder apartarlo, afirmando que no podemos vivir sin él. Con frecuencia reconocemos que el tiempo es oro, que el tiempo vuela, o que hay que dar tiempo al tiempo. Unos de los argumentos socialmente más utilizados, es “estar pendiente del móvil” siendo fácilmente reconocido como excusa.
            La percepción del tiempo, nos afecta a nuestro estado mental. Lo utilizamos para entender el curso y la duración de los acontecimientos y generar expectativas sobre lo que acontece. Nuestra sensibilidad para percibir y responder al tiempo está implicada también en tareas rutinarias y complejas, como atender a lo que pasa, pensar para solucionar problemas, tomar decisiones, planificarlas o, incluso, entender las mentes ajenas.
            El tiempo suele “volar”, si nos gusta lo que hacemos, si estamos motivados o muy ocupados. Sin embargo se nos hace asimismo eterno cuando llevamos una carga pesada encima, y sobre todo, cuando estamos o creemos estar en peligro. También apreciamos un lento transcurrir si no existen llamadas o, especialmente, si le prestamos demasiada atención; es decir, si estamos pendientes de nuestro aburrimiento.
           ¿Sabemos realmente en qué se nos va el tiempo? En parte lo perdemos y en parte nos lo quitan: ¿cómo?, a base de reuniones improductivas, charlas interminables, programas insulsos de pequeñas aplicaciones repletos de anuncios, viajes por el “ciberespacio” visitas constantes a correos electrónicos, interrupciones sin ningún sentido, desorganización que desencadenan todas en falta de planificación, etc. Deberíamos localizar nuestros “ladrones” personales de tiempo y combatirlo con determinación, de forma sistemática, rigurosa y metódica. Con nuestro tiempo, llegamos a  estas consecuencias que nos impiden se amables y razonables con los demás. Con frecuencia cansa más el pensar en lo que nos queda por hacer, que el trabajo que ya hemos realizado. A veces lo que tenemos ante nosotros no son realmente problemas sino insulsas decisiones a tomar. Por eso, debemos actuar ante esa persistente adicción, que puede llegar a ser mala consejera.
            En general, no es bueno estar muy pendientes de nuestro móvil a través del tiempo que perdemos. Prestar demasiado tiempo a nuestro “aparatito” es vivir a contrarreloj  pues su continua realización, puede debilitar nuestro estado anímico. Controlar nuestro tiempo, o por lo menos tener la sensación de que lo controlamos, es un factor clave para el bienestar mental de las personas.
 
Meditación: Hablarle a una persona que está inmersa en su móvil. Nunca sabrás si te va a responder.

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