lunes, 27 de octubre de 2014

Mejor, recordar lo bueno.

           Todo aquello que nos hace mirar hacia atrás es una argucia para no fijarnos en lo que viene, en lo que toca, en lo que se debe cambiar. Los recuerdos, al igual que los sueños, pueden llegar a proporcionar un grado de felicidad. De ahí ese dicho tan famoso.
        “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Todo hace alusión a que en el pasado, todos éramos más jóvenes, vivían otras personas que ahora no viven y el envejecimiento era algo todavía lejano por llegar. Por eso aferrarse a los recuerdos no deja de ser una excusa para no mirar hacia adelante. Alguien nos dirá; si la vida actual es horrible, mejor es recordar.
            Nuestros recuerdos, representan un pilar de nuestra persona. Así el acto de recordar se convierte en una acción de narrativa, es sencillamente el producto de distintos procesos neuronales. ¿Cuántas veces nos sucede que olvidamos algo? ¿Es quizás que nuestro cerebro esté saturado?  Lo que pasa es que a través de que pasan los años se producen pérdidas de neuronas. Así que cuando nos olvidamos, no creo que sea porque ya nos ha llegado el cambio, sino porque tenemos muchas cosas diferentes en la cabeza y no podemos prestar tanta atención como antes.
              La vida es una vivencia donde cada persona tiene implicación en lo que pasa. En nuestra memoria suceden distintas etapas: primeramente es la codificación, o sea sacarnos información del mundo la cual la registramos. Después viene la etapa de almacenamiento: Todo lo guardamos en distintas partes de nuestro cerebro, y por último, aparece la extracción, que es lo que llamamos “recuerdos”. Los momentos y las situaciones los elegimos nosotros, las amistades también. Y las oportunidades, se trabajan y se conquistan. Alguien dirá que la vida no le ha dado oportunidades. Lo fácil es quedarse anclado en la queja, en el dolor, pero así debemos reconocer que la de esa manera la vida se “desangra”. Cambiar es una decisión que debemos tomar y nunca es tarde para comenzar una nueva vida, un nuevo amor, un nuevo proyecto. Para ello tenemos que desprendernos de una parte de nosotros; sencillamente todo lo que se aferra al pasado, a lo que ya no existe, a lo que no se tiene, aunque no se olvide.
           Debemos tener presente que es muy útil olvidar ciertas cosas pero, en lo que se refiere a los malos recuerdos, lo interesante es tratar de no desarrollarlos. Si prestamos más atención a los recuerdos valiosos y los procesamos profundamente, nuestra vida sería más llevadera, aunque aquellos buenos recuerdos jamás se reconstruyen, pero recordarlos tal como eran es sumamente positivo.
          Así solo deberíamos dar gracias a la Providencia por lo que tenemos, no por lo que perdimos; eso se lo dejaremos al tiempo, que ya lo anotará en su destino. Sonriamos a la vida a pesar de sus tropiezos y sus espinas, olvidando esas situaciones desagradables, que nos hicieron la vida imposible, aquellas amistades que perdimos y las oportunidades que dejamos pasar. No lo lamentemos como experiencia en nuestra vida, aunque solo el recordarlo momentáneamente nos ayudará a salir adelante
           
Meditación: Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para quien tiene corazón.

 

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