viernes, 30 de mayo de 2014

¡Qué de momentos de angustia!

            La angustia se caracteriza por sentimientos de incertidumbre e inestabilidad en los diferentes ámbitos de la vida diaria. La mayoría de las personas a sentido ataques de angustia en algún momento de su vida por alguna determinada razón. Si la  angustia se adueña de nuestra existencia, no debemos de rendirnos, a veces pueden ser un motor de cambio, pues nos avisa de que andamos mal y no debemos huir de ellas, sino transformarlas.
            Desde luego hay razones, pero… la angustia afecta a jóvenes y mayores, pero no siempre sabemos reconocer su origen. ¿Cuántas veces nos sentimos abrumados por la propia sociedad en la que vivimos, por el “listón” tan alto que nos hemos puesto por exigirnos triunfos, dinero, rendimiento, estatus social, etc.
            Pero; ¿por qué nos surgen estos momentos de ansiedad. Las causas pueden diversas y siempre dependerán particularmente de cada persona, aunque naturalmente irán vinculadas a los momentos desencadenantes de tu vida personal.
            Nos preocupa la soledad, la vejez o los exámenes. Por si fuera poco, las imágenes de guerra,  de niños hambrientos, de atentados, de asesinatos que “entran” en nuestra casa a través de la pantalla del televisor.
            Pero reconozco que todo me produce una gran presión, tanto lo malo como lo bueno. Si surge un problema, me pongo a morir, intentando encontrarle pronto una solución, pero si algo me resulta estimulante, también me suelo alterar muchísimo. Siendo ese estado el que me lleva a una hipertensión crónica. Ante esto ¿qué podemos hacer? ¿Renunciar a vivir con pasión, o retirarme a un monasterio zen?
           Nos han inculcado la idea de que para ser alguien, debemos triunfar. Estas crisis de angustia la vivimos como una señal de muerte inminente, notando como si nos fuéramos a morir, aunque creamos en la sensación de la muerte: siempre nos suelen decir que este sufrimiento es equivalente al de alguien que nota que lo van a matar, y por tanto nos acompaña esos síntomas corporales.
           Estas crisis suelen durar unos minutos, pero puede persistir durante horas. Suele ser tan viva la sensación de peligro para nuestra vida, que la persona, suele acudir a asistencia médica, no quedando tranquilo al afirmarle “que no tiene nada de corazón” pues lo que parece posible es que sean síntomas alarmantes a causas orgánicas.
           Somos nosotros la verdadera causa insaciable. ¿Es que acaso no tenemos suficiente? Los eruditos de los tiempos siempre han dicho que la naturaleza del hombre es no estar nunca satisfecho. Sin embargo, en la época en que vivimos se dan algunas características que contribuyen a aumentar ese de clima de inseguridad a que nos embarga.
            Pero, ¿cómo sobreponernos a ese estado de angustia? ante doto evitar la carga de tensión de todo tipo, aprender a valorar las cosas en su justa medida y a establecer un orden de prioridades,  proponiendo lo que no esté a nuestro alcance. Y por supuesto nunca intentando esforzar por encima de lo humanamente posible.

 Meditación: La vida nunca nos depara lo que queremos en el momento apropiado. Las aventuras ocurren, pero no puntualmente.

2 comentarios:

  1. Me encantan tus consejos y te prometo que no es peloteo! Me hacen reflexionar sobre cosas que, supongo, nos pasan a todos.

    Saludos,

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  2. Gracias por tu comentario.- Saludos cordiales.-

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