El procurar escucharnos y conocernos nos
da acceso a una dimensión más profunda y acertada de nuestro ser. La clave
está: ¿en cómo lograrlo? Cultivando poco a poco nuestro estado de escucha y
disponibilidad interior. La verdad es que la humanidad debería saber mejor que
no todo es dinero, que la vida como nuestra alma y el espíritu no es un lugar
para esconderse cuando las cosas se ponen difíciles en la vida, ni es para usarlas
como una gran cláusula para salir a meternos en problemas. Pero también sé que
eso es lo que se necesita para que la revolución espiritual de la vida de uno,
pueda ser fantástica; pero si quieres solo un “vendaje” entonces estamos
perdiendo el tiempo.
Ver
claramente en nosotros y en nuestro alrededor que poseemos una visión y una
percepción limpia de perjuicios, de miedos y acceder a lo que consideramos una
verdad liberadora. Así cuando logremos alejarnos de nuestro yo ordinario, de
nuestra máscara social, tenemos acceso a una dimensión más casta, más rica de
nosotros mismos. Cada vez más estamos viendo ese vacío convirtiéndose en una
enfermedad nueva, una forma de depresión; puesto que la apatía y la ruptura de
una sincera amistad, truncaron aquellos
antiguos entendimientos que prácticamente han desaparecido.
Entonces:
¿cuál debería ser la solución? Salir de lo cerebral, de lo mental, y volver
habitar nuestro cuerpo. Poner toda nuestra atención en los momentos actuales, y
sobre todo, en nuestras sensaciones emocionales y psicológicas. Todo ello nos
permitiría estar abierto y disponible interiormente. Escuchar música, contemplar
un paisaje, meditar, reflexionar y permitirnos soñar despierto; son esos muchos
de los estados que acabarían conectando con nosotros mismos.
Algo
aparentemente sencillo, pero que no es tan fácil como parece, y sin embargo es
fundamental para poder vivir según la dignidad y la vocación de cada uno de
nosotros. Se trata de “conocerse a uno
mismo” Parece una simpleza, ¿no? Pero no; es más complicado de lo que
creemos. Parece que conocemos mucho a los demás, y es porque nos pasamos la
vida observando, curioseando, vigilando la conducta de los otros, analizando
“que dicen de nosotros” y además le calificamos, poniéndole una etiqueta, una
marca casi a fuego para siempre, difícil de borrar.
Lo
esencial en nuestra vida es ser feliz, poseer libertad y contar con verdaderos
amigos. Creo que hoy en día nos cuesta mucho encontrar el tiempo para las cosas
verdaderamente importantes.
A
veces, aunque lo sepamos, no es fácil tenerlo presente, debido al ritmo de vida
que llevamos, puesto que nuestra nueva situación, nos ocupa todo.
Cuando
caminamos en la oscuridad es más fácil que nos tropecemos o pisemos a otros sin
querer. La claridad, por el contrario, nos facilita una correcta percepción de
nosotros mismos y de los demás, nos ayuda a crecer personalmente y en
comunidad, a tener la paciencia necesaria y a afrontar lo que somos y lo que
nos rodea desde lo que tenemos. El
conocimiento personal no debe buscar quitarnos molestias, sino abordar los
problemas desde su raíz, aunque nos lleve tiempo comprenderlos. La diferencia estriba en que, buscar quitarse
las molestias a través del silencio, es una visión un tanto pobre y narcisista,
mientras que ir a la raíz, no siempre nos quita el malestar, pero si nos
permite conocernos mejor a nosotros mismos.
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