A veces creemos que conocemos nuestras
cualidades y defectos, pero ¿qué piensan de nosotros aquellos que hablan de mí?
Eso es una fuerza ineludible, que se apodera de nosotros con la tentación de
saber que dicen de mí. En muchas ocasiones no conocemos a nuestro interlocutor,
pero en nuestro interior siempre nos preguntamos, dirá algo positivo o
negativo, acertará o se equivocará, me conocerá o quizás no tenga ni idea.
Sucede en muchas ocasiones que el que escribe no nos conoce personalmente, pero
esa fuerza irresistible hace que leamos todos sus escritos, aunque no pensemos
hacer ni una sencilla réplica.
Esto
se puede entender fácilmente cuando un político pronuncia un discurso de suma
importancia, al día siguiente procura comprar o hacerse con toda la prensa
posible para saber los resultados y la opinión, que tienen sobre él.
Esto
mismo nos sucede a nosotros en nuestra vida diaria; basta que alguien escriba
sobre nosotros, para que inmediatamente procuremos leer todo lo que
reflejan esos documentos. Es como una
fuerza incontenible, siendo casi imposible ignorarlos.
La
visión de nosotros mismos, a veces es demasiado indulgente, otras implacable,
rara vez acertada. Por mucho que queramos autoanalizarnos, siempre existen
facetas de nuestra personalidad que se nos escapan, ya que son los otros las
que nos lo revelan. Y esa es, sencillamente esa fuerza irremediable, la cual nos
hacer interesarnos por todo lo que escriben de nosotros.
Es
posible que te sorprendas al ver que otros tienen una opinión de ti distinta a
la tuya. También se dan casos en lo que decimos: ¿cómo es posible que sepa esto,
si en verdad no me conoce? La verdad es, “que en parte lleva razón” También es
lógico que suceda, que estén parcialmente equivocados, aunque en cierto modo,
el porcentaje de acierto es bastante elevado.
Así
de esta manera se puede descubrir que la imagen que damos, no es la misma que los
demás perciben, puesto que a menudo, la mayor parte de nuestro tiempo, vivimos
de apariencia y en función de lo que dictan las normas del medio en que nos
movemos. Solo cuando nos encontramos en nuestro aposento y en soledad, es
cuando pensamos: “en parte llevaba razón de lo que ha dicho de mí”, aunque
enseguida desistimos de esos sentimiento y volvemos a nuestro comportamiento
habitual.
Pensemos
que actuando de esa opinión, nuestra vida no es totalmente nuestra, sino un
poco la de cada uno de los que nos rodean. Pero
debemos estar tranquilos, ya que esto nos suele pasar a todos y es algo muy
difícil de controlar, a pesar de que tiene sus ventajas y podremos sacarle
provecho a lo que los demás creen. Esta información puede producir nuevos
cambios al mostrar o corregir lo que realmente consideramos que podemos estar
equivocados.
Pensemos
siempre que no solo es muy importante tú imagen y tu aspecto, sino también como
eres por dentro, es decir, tu personalidad, tu carácter, tu sonrisa, tu
seguridad, tu forma de comunicarte con los demás, y muchísimas más cosas que te
aseguro que tienes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario