martes, 21 de enero de 2014

¡Qué nos gusta saber que piensan los demás!

             A veces creemos que conocemos nuestras cualidades y defectos, pero ¿qué piensan de nosotros aquellos que hablan de mí? Eso es una fuerza ineludible, que se apodera de nosotros con la tentación de saber que dicen de mí. En muchas ocasiones no conocemos a nuestro interlocutor, pero en nuestro interior siempre nos preguntamos, dirá algo positivo o negativo, acertará o se equivocará, me conocerá o quizás no tenga ni idea. Sucede en muchas ocasiones que el que escribe no nos conoce personalmente, pero esa fuerza irresistible hace que leamos todos sus escritos, aunque no pensemos hacer ni una sencilla réplica.
             Esto se puede entender fácilmente cuando un político pronuncia un discurso de suma importancia, al día siguiente procura comprar o hacerse con toda la prensa posible para saber los resultados y la opinión, que tienen sobre él.
              Esto mismo nos sucede a nosotros en nuestra vida diaria; basta que alguien escriba sobre nosotros, para que inmediatamente procuremos leer todo lo que reflejan  esos documentos. Es como una fuerza incontenible, siendo casi imposible ignorarlos.
              La visión de nosotros mismos, a veces es demasiado indulgente, otras implacable, rara vez acertada. Por mucho que queramos autoanalizarnos, siempre existen facetas de nuestra personalidad que se nos escapan, ya que son los otros las que nos lo revelan. Y esa es, sencillamente esa fuerza irremediable, la cual nos hacer interesarnos por todo lo que escriben de nosotros.
              Es posible que te sorprendas al ver que otros tienen una opinión de ti distinta a la tuya. También se dan casos en lo que decimos: ¿cómo es posible que sepa esto, si en verdad no me conoce? La verdad es, “que en parte lleva razón” También es lógico que suceda, que estén parcialmente equivocados, aunque en cierto modo, el porcentaje de acierto es bastante elevado.
              Así de esta manera se puede descubrir que la imagen que damos, no es la misma que los demás perciben, puesto que a menudo, la mayor parte de nuestro tiempo, vivimos de apariencia y en función de lo que dictan las normas del medio en que nos movemos. Solo cuando nos encontramos en nuestro aposento y en soledad, es cuando pensamos: “en parte llevaba razón de lo que ha dicho de mí”, aunque enseguida desistimos de esos sentimiento y volvemos a nuestro comportamiento habitual.
              Pensemos que actuando de esa opinión, nuestra vida no es totalmente nuestra, sino un poco la de cada uno de los que nos rodean.     Pero debemos estar tranquilos, ya que esto nos suele pasar a todos y es algo muy difícil de controlar, a pesar de que tiene sus ventajas y podremos sacarle provecho a lo que los demás creen. Esta información puede producir nuevos cambios al mostrar o corregir lo que realmente consideramos que podemos estar equivocados.
             Pensemos siempre que no solo es muy importante tú imagen y tu aspecto, sino también como eres por dentro, es decir, tu personalidad, tu carácter, tu sonrisa, tu seguridad, tu forma de comunicarte con los demás, y muchísimas más cosas que te aseguro que tienes.

 Meditación: Uno de los dones que puedes tener escondido y que no has podido sacar es el aprender de tus errores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario