sábado, 11 de enero de 2014

Enamorarse o amar.

           Nos solemos enamorar cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer a él o a ella esas barreras que nos separan de los demás. Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin hicimos una relación con alguien.
            No es tarea fácil de explicar, pero el enamoramiento no tiene nada que ver con el amor. El amor se siente, sin embargo el enamoramiento se padece; dicho de otro modo, el amor es un sentimiento y el enamoramiento, una emoción; en realidad dos cosas bien distintas. El sentimiento es profundo y se construye, mientras que las emociones son intensas y nos arrolla.
             Los enamorados sufren una obsesión por otra persona, sin haber hecho nada para que suceda y sin poder hacer nada para que desaparezca. Ese estado feliz pero enfermizo, se adueña de uno como la fiebre, y no hay medicina para paliar la mezcla de felicidad y sufrimiento que, inevitablemente, va a darse.
               Una persona no puede querer a otra en sólo cinco días, una semana, y sin embargo, si cabe enamorarse fugazmente. Tampoco se ama de repente y, sin embargo, sí es posible levantarse una mañana y darse cuenta de que se está terriblemente enamorado. No quiere decir que enamorarse no es bueno, al contrario es maravilloso. Sin embargo, es sólo el principio. Muchas personas son adictas a estar enamoradas.
              Terminan sus relaciones cuando la magia de haber conocido alguien nuevo desaparece; cuando empiezan a ver en la otra persona y a darse cuenta que no es tan perfecta como pensaba.
               En todos estos conceptos, debemos apreciar una diferencia más: las atribuciones falsas. Atribuimos al enamoramiento cualidades que seguramente no posee. ¿Acaso es tan generoso? ¿Tan bondadoso? ¿Hay realmente amor en el enamoramiento? Probablemente, menos de lo que creen sus protagonistas. Aunque un enamorado pueda quitarse la vida por el otro, la realidad es que no existe tanta abnegación y entrega, sino obcecación, posesión envenenada y tiranía emocional.
               Es más, en casos no tan raros, uno puede enamorarse de quien odia, o viceversa, llegar a odiar a alguien y seguir enamorado. Eso por supuesto, no sucede en el amor.
               Muchas veces conocemos de personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pudieron evitarlo. ¿Qué se supone, que es una cuestión de suerte? ¿Qué se supone, que amamos por arte de magia? ¿Qué se supone, que alguien más tiene poder sobre nosotros?  ¡De ninguna manera!
               Podrás sentir una gran admiración por alguien, podrás desear tener una relación con alguien, podrás estar muy agradecido por lo que alguien ha hecho por ti, pero…no le amas.

 Meditación: Esta sociedad nos da facilidades para hacer el amor, pero no para enamorarnos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario