domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Sabemos pedir perdón?

          A veces necesitamos pedir perdón. Pero: ¿por qué nos cuesta tanto? ¿por qué nos resistimos a ellos? Quedarse sentido o resentido por algún motivo, durante un tiempo por algún mal  es normal. Aunque debemos pensar que el resentimiento continuado pudre el alma, porque en realidad la lógica nos dice que las cosas deberían haber sido distintas a como han sido.
            La realidad es que somos animales que viven en sociedad y en ese contexto avanzamos, chocamos, retrocedemos, etc. La mayoría de nuestras relaciones no suelen evolucionar siempre con regular armonía, produciéndose en cualquier momento, reproches y heridas. De aquí, el no saber perdonar no implica nada más que un proceso en el que todavía tenemos que madurar. Sin embargo, aunque en teoría todos sabemos que somos imperfectos y nos equivocamos cada día, nuestro ego no suele facilitarnos la tarea de reconocer nuestros errores ni la de convivir con humor con nuestras imperfecciones.
            Intentar disculparse cuando todavía se está furioso es buscar problemas, es mejor esperar a calmarse antes de disponerse a enterrar el hacha de guerra. Esta táctica tiene el beneficio añadido de que si esperamos lo suficiente, puede incluso que se disculpe antes la otra persona
            Si hemos hecho algo realmente malo, debemos estar preparados para la posibilidad de que nuestras disculpas no sean aceptadas. En algunas circunstancias, "lo siento" suena realmente inadecuado, pero es todo lo que tenemos, por lo que hay que insistir. Repetir una y otra vez estas palabras puede aumentar el impacto de nuestra disculpa.
            Sentirse culpable puede ser algo positivo si nos lleva a reflexionar y a buscar remedio. Sentirse habitualmente inocente de todo y repercutir la culpabilidad sobre los demás suele ser síntoma de la eficiente acción del orgullo, que suele ser corto de vista para los propios errores y agudísimo para los de los demás.
            Aunque como cada proceso lleva su tiempo, es normal reaccionar con palabras de desacuerdo o dolor interno, ante lo que podamos sentir como una traición, pero lo importante es que llegue un momento en que lo soltemos, por nuestro propio bien, porque, “la vida no crece sobre el resentimiento, y debemos volver al amor y a la amistad, para que vivir siga valiendo la pena”

Meditación: Ama, perdona y olvida; hoy te lo dice un amigo, mañana te lo dirá la vida.



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