Quizás uno de los peores sentimientos que podemos experimentar los seres humanos es el desengaño. El desengaño va más allá de la rabia, más allá del dolor, más allá del odio. El desengaño vuela y camina por encima de todos ellos, porque le acompaña la burla, el desdén y la hipocresía. Pienso que más de una vez hemos sufrido algún desengaño de tipo afectivo, sino lo estamos sufriendo en estos momentos.
Indudablemente es una experiencia realmente desagradable, por la que todos pasamos a lo largo de nuestra vida, aunque se suele decir que eso nos hace fuerte, pero personalmente no se lo deseo a nadie.
En definitiva no se puede negar que el desengaño duele, al principio siente como un golpe seco que te deja sin aliento, luego duele en cada milímetro pero ¿es esto negativo? no lo creo, el desengaño es la liberación, es alcanzar un poquito de eso que se ha buscado incasablemente desde tiempos ancestrales, es alcanzar un poquito de aquello sobre lo que tanto disertaban los filósofos; “la verdad”.
Si dejamos que el desengaño nos paralice, si culpamos a los demás, no vamos a llegar a ninguna parte. En cambio, podemos aprender, a tolerar los desengaños, a aceptar a las gentes en sus propios términos y aceptarnos a nosotros mismos con nuestra carga emocional y nuestra sensibilidad. Si así lo hacemos, las relaciones afectivas tienen el poder de curarnos y ayudarnos a superar nuestras heridas.
En cierto modo, enfrentar el desengaño, es como despedirse de sueños imposibles. Si nos enfadamos y nos encadenamos en algo inexistente, no podremos tener una clara visión de lo que sí existe.
Todos vamos a la caza de sueños perdidos y queremos de alguna manera, compensar las frustraciones tempranas, pero no tenemos por qué andar atados a moldes de desengaños, tenemos que hacer la paz con ellos.
Meditación: Admiramos a las personas por motivos, pero las amamos sin motivos.-
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