miércoles, 26 de diciembre de 2018

Ser dueño de uno mismo.

Siempre andamos con los consabidos problemas de: “qué pensarán si hago esto” “cuál es la mejor forma de actuar” o “fulanito siempre les salen bien todo”. En fin, eso es lo que diariamente andamos titubeando, y al final nunca estamos conformes con lo que hacemos. Y sólo por la fea costumbre de compararnos con lo que hacen los demás.
Pensar que en determinado momento no obramos bien, es cosa muy natural, pero, mantener la misma actitud durante años, ¿crees que haces bien? Por eso no te fijes en los demás y, obra por lo que tu conciencia te diga. A veces por mucho que intentes creer que hiciste bien, está ese dicho tan popular que nos dice ¡Siempre tu conciencia, te dictará tu deber! Nadie más que tú “hace” que te sientas enfadado, triste, indeciso, feliz, etc. Piensas siempre que en cualquier momento estás en el proceso de decidir por ti mismo y actuar de esa forma que quizás hace tiempo lo vengas pensando. Y te digo ¿por qué no adueñarte del poder de tus propias decisiones? Y no pensar más, en ¡qué dirán de ti! Es de suma importancia hablar claro, decir lo que nos parece mal, pero siempre del modo más apropiado y respetando el hecho de que existen circunstancias que no son opinables. Cuando hagas algo, o quizás hace mucho tiempo que hiciste algo, solo por ética y moral, deberías pensar que los demás son libres de sentirse “dañados”, y pueden opinar acerca de tu actitud, siendo posible a que nunca se pronuncien. Para ti, sin embargo, solo estás siendo auténtico, actuando con la libertad propia de ti mismo.
Si te sientes malinterpretado, puedes elegir aclarar el malentendido a través de la comunicación. No es necesario que cambies tu forma de “ser” por la forma en que los demás se sientan. Si eliges cambiar, debe ser porque tiene sentido para ti hacer las cosas de distinta forma. Todo es cuestión de acicalar el habla con total razonamiento. Piensas que de esa forma embellecerás tus pensamientos y tu propia forma de ser.
Si quieres ser dueño de tu libertad, es posible que estés deseando reconocer la felicidad de los demás también. Es entonces cuando comprenderás que los demás no estén tristes, si no que ellos puedan también decidir su forma personal de pensar. Presta siempre atención a las palabras que utilizas o utilizaste, porque ellas forman la base de tu forma de sentimientos. Escucha tus palabras, tu actitud, tu forma de actuar, y observas que si ellas reflejan o reflejaron tú forma de ser o simplemente si fuiste dueño de ti mismo.
Aunque muchas veces pensamos, ¿Por qué las amistades fallan? ¿Por qué nos traicionan y no están a nuestro lado en los momentos críticos? La amistad es el más noble sentimiento que se caracteriza por su lealtad hacia los demás. Deberíamos ver siempre en los amigos lo mejor que tienen, y comprender los defectos con una identificación moral y afectiva. Pero si hemos de romper con quien ha sido nuestro mejor amigo, la forma de hacerlo es con un acto de sinceridad, a fin de mantener siempre las formas de compartirlas. Es de vital importancia, las despedidas, tanto como el inicio de cualquier tipo de amistad.
Ser dueño de uno mismo es una tarea difícil de lograr que requiere tiempo y esfuerzo. Quien lo logra, quien consigue vencerse a sí mismo, consigue un gran triunfo personal. Para ellos es fundamental saber cómo somos, conocer lo que deseamos, aquello que nos gusta y lo que rechazamos, cuáles son nuestros defectos, y nuestras virtudes, para de esta forma, poder ir actuando sobre aquello que deseamos mejorar o cambiar en nosotros.

Meditación: Nunca es demasiado tarde para ser lo que podrías haber sido

No hay comentarios:

Publicar un comentario