Siempre andamos
con los consabidos problemas de: “qué pensarán si hago esto” “cuál es la mejor
forma de actuar” o “fulanito siempre les salen bien todo”. En fin, eso es lo
que diariamente andamos titubeando, y al final nunca estamos conformes con lo que
hacemos. Y sólo por la fea costumbre de compararnos con lo que hacen los demás.
Pensar que en
determinado momento no obramos bien, es cosa muy natural, pero, mantener la
misma actitud durante años, ¿crees que haces bien? Por eso no te fijes en los
demás y, obra por lo que tu conciencia te diga. A veces por mucho que intentes
creer que hiciste bien, está ese dicho tan popular que nos dice ¡Siempre tu
conciencia, te dictará tu deber! Nadie más que tú “hace” que te sientas
enfadado, triste, indeciso, feliz, etc. Piensas siempre que en cualquier
momento estás en el proceso de decidir por ti mismo y actuar de esa forma que
quizás hace tiempo lo vengas pensando. Y te digo ¿por qué no adueñarte del
poder de tus propias decisiones? Y no pensar más, en ¡qué dirán de ti! Es de
suma importancia hablar claro, decir lo que nos parece mal, pero siempre del
modo más apropiado y respetando el hecho de que existen circunstancias que no
son opinables. Cuando hagas algo, o quizás hace mucho tiempo que hiciste algo,
solo por ética y moral, deberías pensar que los demás son libres de sentirse
“dañados”, y pueden opinar acerca de tu actitud, siendo posible a que nunca se
pronuncien. Para ti, sin embargo, solo estás siendo auténtico, actuando con la libertad
propia de ti mismo.
Si te sientes
malinterpretado, puedes elegir aclarar el malentendido a través de la
comunicación. No es necesario que cambies tu forma de “ser” por la forma en que
los demás se sientan. Si eliges cambiar, debe ser porque tiene sentido para ti
hacer las cosas de distinta forma. Todo es cuestión de acicalar el habla con
total razonamiento. Piensas que de esa forma embellecerás tus pensamientos y tu
propia forma de ser.
Si quieres ser
dueño de tu libertad, es posible que estés deseando reconocer la felicidad de
los demás también. Es entonces cuando comprenderás que los demás no estén
tristes, si no que ellos puedan también decidir su forma personal de pensar.
Presta siempre atención a las palabras que utilizas o utilizaste, porque ellas
forman la base de tu forma de sentimientos. Escucha tus palabras, tu actitud,
tu forma de actuar, y observas que si ellas reflejan o reflejaron tú forma de
ser o simplemente si fuiste dueño de ti mismo.
Aunque muchas
veces pensamos, ¿Por qué las amistades fallan? ¿Por qué nos traicionan y no
están a nuestro lado en los momentos críticos? La amistad es el más noble
sentimiento que se caracteriza por su lealtad hacia los demás. Deberíamos ver
siempre en los amigos lo mejor que tienen, y comprender los defectos con una
identificación moral y afectiva. Pero si hemos de romper con quien ha sido
nuestro mejor amigo, la forma de hacerlo es con un acto de sinceridad, a fin de
mantener siempre las formas de compartirlas. Es de vital importancia, las
despedidas, tanto como el inicio de cualquier tipo de amistad.
Ser dueño de uno
mismo es una tarea difícil de lograr que requiere tiempo y esfuerzo. Quien lo
logra, quien consigue vencerse a sí mismo, consigue un gran triunfo personal.
Para ellos es fundamental saber cómo somos, conocer lo que deseamos, aquello
que nos gusta y lo que rechazamos, cuáles son nuestros defectos, y nuestras
virtudes, para de esta forma, poder ir actuando sobre aquello que deseamos
mejorar o cambiar en nosotros.
Meditación:
Nunca es demasiado tarde para ser lo que podrías haber sido
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