Para conocerse a uno mismo no es necesario
abandonar el mundo e irnos a la cima de la montaña, sino adentrarnos en nuestro
interior, con atención y con todas las situaciones que la vida nos propone. Es
decir, convertir la vida en una experiencia y no en un mero pensamiento.
Las
experiencias son situaciones concretas de la vida. Y no hay que confundir una
experiencia con un experimento. Un experimento es un ejercicio en el cual,
tratamos de reproducir una situación de la vida. La vida nos propone muchas
experiencias a diario. Cuando las evitamos, cuando las tenemos y nos vamos por
los atajos o nos refugiamos fuera del mundo, nos limitamos a los experimentos.
También
deberíamos acrecentar nuestra imaginación, ya que ella es el arma con la que
podemos crear. Si antes decimos “saber vivir” ahora deberíamos decir “saber
construir” La vida nos propone muchas experiencias a diario.
La
imaginación no es perdernos en los recovecos de fantásticas imágenes que nos
arrebatan y que nos ayudan a escondernos, para no a afrontar la vida, sino que
es el espejo, es la capacidad de captar imágenes superiores, es decir; es la
fuerza de hacer que esas imágenes superiores se conviertan en realidad para
nuestro mundo.
Se
suele decir que las personas con mucha experiencia; -ya sea en amores, en amistades,
en trabajos, en aventuras, en estudios, en lo que fuere-. Verás. Ser
experimentado no es ser sabio. Quien vive mucho tiempo pasa tal vez por más
experiencias, pero no necesariamente alcanza una mayor sabiduría. Una es
consecuencia de la vida, mientras que la sabiduría depende de lo que haga con
tus experiencias.
El
conocimiento nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir. A
eso le llamamos “saber vivir”, memorizar, no repetir los mismos errores, quitar
del refranero aquello de que el hombre es el único animal que tropieza no dos
veces, sino mil con la misma piedra. Deberíamos tropezar una vez, y si hay
memoria, no olvidar a hacerlo nunca más Esto es acrecentar nuestra memoria,
aquí y ahora.
Pero
lo que descubrimos es que no son los demás quienes nos darán aquello que
buscamos para sentir que nuestra vida alcance un sentido. La sabiduría es una
herramienta existencial que no se trae incorporada desde el nacimiento, ni se
adhiere a través de las experiencias, ni de los pensamientos de otros. Lo más
importante es la propia vida, las propias elecciones y las tomas de decisiones.
La
sabiduría no está reservada a unos pocos elegidos. Es una posibilidad humana.
No se destaca por grandes palabras o por pensamientos deslumbrantes, sino por
sencillas acciones mediante las cuales vamos acompasando nuestra vida.
Meditación:
La vida es como un beso, debes compartirla para disfrutar de ella.
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