Cuando en algún
momentos de nuestra vida se nos presenta cualquier situación de difícil estrategia, hace que lo
relacionemos siempre con algo desconocido, con algo que no sabemos cuál será su
resultados, es decir; “lleva una intención” Ante estos casos debemos o creemos
encontrar una estrategia, ante lo cual nos dé un convencimiento.
Aquí
podemos aplicar la teoría de la motivación, la cual sostiene siempre la
probabilidad de que aquello que hemos pensado tenga el “peso” de una intención,
haciendo expresar su veracidad. Así decimos que la propia intención ya
tiene diversos significados, como es el
de la comunicación, entendiéndose ésta como la propiedad de una acción liberadora
y voluntaria que nos hace llegar al propósito de alcanzar un objetivo
determinado. Cuántas veces preguntamos; ¿tú no tienes intención de dar? A lo
cual casi siempre respondemos: ¡Y a mí quién me da! Nunca pensaste cuantas
cosas puedes dar. Siempre pensamos en cosas materiales, pero casi nunca tenemos
presente la intención de la generosidad. Muchos de Uds. habrán leído aquello de
que: “Cuanto más des de ti mismo, por poco que sea, más se abrirán las puertas
para que la felicidad entre dentro de ti”
Muchos
diréis que no estoy dando ninguna respuesta o quizás entiendas que no aplico
ninguna intención en darte una solución a tu problema. Verás, cuantas veces la
intención de generosidad no la debemos aplicar a la atención de dar algo
material, como decía anteriormente. Entonces: ¿qué intención tienes eso de
“dar”? Muy sencillo: lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a tu
adversario, la tolerancia; y a un amigo, tu corazón. Como podrás apreciar, eres
poseedor de una cantidad de dones que no te cuestan nada, o es que quizás no
tengas nunca la intención de desprenderte de ninguno de ellos.
Cuando
un proyecto o un sueño se frustra, intentamos gritar, golpear, insultar, etc.,
pero casi siempre decimos “no lo olvidaré jamás” En general vamos por la vida
sin prestar atención a lo que nos pasa, aunque siempre lo justificamos
diciendo: “esa nunca fue mi intención” Lógicamente la única norma que prestamos
atención es la de nuestra propia opinión, haciéndola siempre la más valiosa de
nuestras intenciones. Lo único que prevalece es hacer creer que nuestra opinión
en la correcta y que siempre llevaremos la razón. Si has tenido la capacidad de
soñar, ese sueño es porque estás diseñado para abocar las fuerzas y derribar
cualquier obstáculo, pero piensas que tú debes poner buenas intenciones para
que aquello prevalezca a pesar de los contratiempos.
La intención no
tiene porqué ser secreta. Al comunicar nuestra intención, estamos informando a
la otra persona de lo que deseamos y la hacemos participe de ella.
Nunca esperes que los demás te hagan
feliz. No son las cosas ni los otros los que nos hacen felices, sino nuestra
esperanza de todo aquello que estamos proyectando alcanzar.
Nada es más
desalentador considerar que no esperamos
expectativas de novedad alguna, puesto que sabemos quiénes somos y conocemos
hasta el último detalle de nuestro prójimo. Pero a pesar de todo un silencio
une nuestros más íntimos sentimientos. Es como un hilo secreto que nos vincula
indiferencia, y al mismo tiempo les apreciamos. Si fuéramos capaces de mostrar
todo el afecto que le profesamos, es cuando podríamos entender que “solo es
cuestión de intención”
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