Qué duda cabe
que todos los que intentamos realizar algún cometido en la vida, necesitando de
un esmero y una atención, al fin de constituir un perfecto acabado. Aunque
nunca hablamos del amor como un “trabajo” a efectuar, deberíamos considerar que
el hecho de formar, y sobre todo, mantener durante tiempo, un auténtico amor
necesita de un cuidado y un esfuerzo de extremada consideración, si es que
pretendemos que ese “trabajo” que nos hemos propuesto se mantenga y nos dure
toda la vida.
Es relativamente
frecuente que muchas personas se sientan “morir” ante el hecho de haber perdido
a la persona amada, o ante una agitada discusión, acabando esa convivencia con
un sufrimiento terrible. Pues a pesar de todos esos avatares diarios que la
vida nos presenta, el amor forma parte de nuestra existencia, y si no nos
involucramos en él con el cuidado que se merece, pasaremos por la vida en la
ignorancia de quien no experimentó nunca el verdadero amor.
El amor, como
todos los sentimientos del ser humano, tiene sus explicaciones y sus misterios;
sus puntos de luz y de oscuridad, sus grandezas y sus miserias. Ante esto, es
lógico que deseemos que nos quieran las personas clave de nuestra vida, aunque
no signifique que lo necesitemos para vivir.
Consideremos
siempre que las personas nacemos con la capacidad de amar y quizás por eso
creemos que se trata de una tarea fácil. Sin embargo cuando una pareja decide
separarse, solemos pensar que el amor ha llegado a su fin. ¡Nada más erróneo!
Lo que sí deberíamos comprender, que en
realidad ese amor se ha agotado, y es cuando necesitamos de unos recursos para
poder administrarlo de nuevo, como cualquier trabajo que realizamos a través de
nuestra vida.
Es de profunda
consideración, que cuando ames, manifiestes tu amor tal como es tu pareja, dejando
siempre que te amen tal cual eres, observando sus virtudes, defectos, miedos,
etc. y aceptándolos sin ningún tipo de condicionamiento, con el fin de no
forzar al otro, tratando siempre de
compartir.
El amor es una
de las “tareas” que diariamente sin darnos cuenta tenemos que realizar. Es como
una vasija. Cuando pasa la línea del respeto, empieza a producirse fisurar que
tratamos de reparar, pero por más que lo intentemos siempre quedarán grietas.
Con el tiempo esas fisuras irán en aumento, hasta destruir la “belleza” que
tenía.
Por eso debemos
evitar las faltas de respeto con el fin de no llegar a inevitables
arrepentimientos. Cuando a lo largo de nuestra vida se generan dichas
expectativas, sin duda nos preguntamos, ¿qué estamos haciendo mal? Ese es el
motivo por el cual decía al principio que el amor necesita de un cuidado muy
especial. Exige grandes dosis de esfuerzo, tolerancia, flexibilidad, paciencia,
humildad y sobre todo, saber estar en cualquier momento. Sin este proceso de
aprendizaje y entendimiento, hará que nuestra relación no llegue a un pleno
condicionamiento para hacer frente a los constantes desafíos que nos son
imprescindibles para el mantenimiento del amor.
Pensemos que el
amor no es un negocio, no es fruto de la mente; podrás pensar en el amor pero
no podrás nunca entregar el amor con la mente, el amor es fruto del corazón, y
siempre necesita atención. Esa atención que es necesaria para todo trabajo que
requiera un cuidado muy especial.
Meditación:
El amor es como un árbol; puede durar mucho tiempo si lo mantienes bien cuidado.
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