viernes, 8 de enero de 2016

¿Por qué nos rechazan?

              Si alguna vez fuimos el eje de atención; es de sumo interés preguntarnos; ¿Por qué ahora nos rechazan? ¿Qué hicimos? ¿Qué falta cometimos? ¿Qué ha cambiado en mí? Son tantas las preguntas que se nos acumulan, que es imposible encontrar una respuesta adecuada, pero sobretodo, justa. O quizás fue una “actitud” tan grave que no merece perdón. Alguien puede no darle importancia, pero existen personas que permanentemente persisten en ellas un sentimiento de culpa que jamás pueden librarse.
              A veces el rechazo no es culpa de uno, si no del entendimiento de la otra persona la cual no supo comprender ni analizar las consecuencias del verdadero sentido de “aquella acción” determinada. En Psicología se dice que el rechazo muchas veces, no es tal como la persona lo siente, sino que la clave es posible que esté en no haber comprendido que dicha actitud, no fue analizada con profundidad, generando en una segunda persona esa constante falta de desaprobación.
           Que alguien sufra un rechazo, nada dice sobre lo deseable o no de esa persona. Es posible que siempre esté en su mente; pero al mismo tiempo predomina una actitud  de continua inaceptación. Si alguien tiene una mala opinión de uno, por alguna acción determinada, eso no quiere decir que sea cierto. Es solo su opinión.
           El rechazo en la vida es algo con lo que cualquiera debería poder lidiar, pues todos nos vemos expuestos a él tarde o temprano, por la sencilla razón de que todos no somos iguales, puesto que las preferencias de cada uno, varían según nuestra forma de ser y de pensar. No todos pasamos igual por esa situación de rechazo, muchos lo viven de distintas maneras. Todo depende del mayor o menor grado de sensibilidad de esa persona, persistiendo en él esa sensación de culpabilidad, que predomina en su interior y hace que siempre la tenga presente.
            A veces presiento, que si le quitáramos importancia, equivaldría a deshacernos   de una pesada carga, sintiéndonos, diáfanos y lúcidos a la vez, como si ninguna importancia hubiera tenido pero… de nuevo nuestra forma de pensar sigue ahí, esperando una solución y pensando reiteradamente, “qué todo no está resuelto”  La mente nos crea problemas continuamente. Entonces pensamos: ¿Por qué convertir las cosas en problemas? ¿No es la vida lo suficiente dura, tal como es? Nuestra manera de pensar y hablar es la causante en muchos casos de nuestro sufrimiento. Muchos de ellos, son consecuencia de lo que decimos,  o sea, provienen de nuestra confianza. Nunca deberíamos preocuparnos por un rechazo personal, puesto que no hay ser más humano y extraordinario que la persona que reconoce su falta pidiendo disculpas si es necesario con humildad. Solo deberíamos enojarnos sólo por aquellas situaciones que no quisiera para uno mismo.
             Cuando una persona es herida en su confianza, queda lastimada para toda la vida, por ese  rechazo, puesto que éste duele profundamente. El rechazo y la indiferencia es hoy algo normal; y al mismo tiempo una locura. Todo consiste en “tener un problema” A la mente le encanta los problemas, porque te dan cierta identidad
             Nunca deberíamos preocuparnos por ningún tipo de rechazo, respetemos y honremos todas las cosas,  pensando que nada importa demasiado. Las formas nacen y mueren, pero nunca seamos conscientes que “aquello” pueda ser eterno, cuando esa es tu forma de ser. Entonces: ¿Por qué nos sentimos fracasado? Sólo a través de mi  insistencia a través  del tiempo transcurrido, puedo pensar, que “ya he triunfado”

 Meditación: Las mentiras más crueles son dichas en silencio.

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