Siempre pensé,
que para muchos sentirse admirado es salirse de lo común, es como sentirse
“algo” en la vida, y hoy podemos comprobar que realmente es así. Todo depende
de la forma que mostremos nuestro “escaparate” Hagas lo que hagas o hables lo
que hables, siempre pretendemos que se
fijen en ti. Desgraciadamente vivir sin ese “escaparate, o tenerlo abandonado,
pasarás a engrosar la terrible lista de los que no tienen nada que decir.
Aunque
si lo analizamos con sinceridad, no todo depende de la admiración de los demás,
ni siquiera de la erudición que tengas ante los demás. Deberíamos sentirlo como
una autoestima con la cual se consigue una seguridad interior, la misma que nos
debe hacer brotar para todo lo que realicemos. Esa admiración que a veces
deseamos sólo es un sentimiento provocado por la aparición de algo nuevo e
inesperado ante los demás. Dicen los expertos que para reconocer que nos
admiren, primero debemos reaccionar ante un nuevo estímulo y reconocerlo como
algo nuevo en nuestro interior, y por supuesto, que siempre podamos guardarlo en
algún lugar de nuestro ser.
Vivir
siendo admirado por los demás, es vivir conscientemente y respetar la realidad
sin negarla, aceptándola con humildad. Es como estar presente ante todo lo que
hacemos, e intentar comprender todo lo que concierne a nosotros mismos. Siempre
nos admirarán si somos responsables de nuestra propia vida, y al mismo tiempo
reconociendo que somos los autores de nuestras decisiones, comprendiendo que
nadie vendrá a servirnos ni a arreglarnos la vida.
Hoy
nos admiran, pero no te quepa duda de que mañana podrás sentirte desvalorizado
o despreciado. Tenemos por costumbre admirar lo extraño y lo diferente. Es la
primera fase ante la admiración de una persona, exageramos sus virtudes y
obviamos sus defectos. Todo, forma parte de un mecanismo que nos permite dar
continuidad a nuestra especie. En realidad sentirse admirado por los demás, es
respetar nuestros deseos, y sentirse el “ombligo del mundo” tratando con
respeto esa admiración que los demás depositan en nosotros.
La
admiración siempre viene a través del reconocimiento que tiene que ver con
nuestro comportamiento. Actuamos para ser reconocido en el ámbito que sea. Para
vivir de forma que seamos admirados es necesario hacerlo con integridad tener
principios de conducta a los que nos mantengamos fieles en nuestras acciones,
es decir: ser congruentes entre lo que sabemos, lo que profesamos y lo que
hacemos.
Si
procedemos así, para que esto se consiga, siempre dependeremos de otros, y sin
remedio, viviremos en suma fragilidad. Es como decir que establecemos un
intercambio vacío y frágil, estando siempre pendiente ante los ojos de los
demás. Toda esta situación es tan frágil como un castillo de naipes, porque si
uno no encuentra la admiración y el reconocimiento de la otra persona, todo se
viene abajo, llegando a veces a nuestra propia destrucción.
Vivir
con el continuo trabajo de ser siempre admirado, queriendo en todo momento ser
apreciado, es una gran desgracia, puesto que es vivir con una inquietud y una
constante ocupación, para que los “vientos” nunca destruyan tu “escaparate” y
todos perciban continuamente la forma que tu deseas, para que te admiren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario