domingo, 25 de mayo de 2014

Las euforias.

            Debemos de considerar las euforias como un concepto de actos de bienestar, como la búsqueda constante de emociones intensas. En el fondo, las euforias nos sacan de nuestro centro, siendo también compatible con las alegrías.
              Buscarlas constantemente es como vivir en un cuerpo y una mente acelerada. Nos puede suceder que experimentemos un cierto enamoramiento, a veces hacia una persona, o bien hacia alguien que nunca elegiría en un estado de ánimo normal. Estos estados suelen desaparecer cuando llega la fase depresiva, al vivir de una manera intensa el “subidón” que nos lleva a un estado de agotamiento interno.    
            También podemos considerarlas como un fuerte deseo de sentir un estallido en nuestro interior como señal de felicidad auténtica, siendo algo que realmente nos lastima y desequilibra. Las euforias suelen identificarse en algunas ocasiones con compras compulsivas de artículos superfluos sin reparar en gastos Generalmente adquirimos cosas que no usaremos, o quizás usaremos muy poco tiempo y pronto las dejaremos de lado.
            El exceso de euforia nos excita el corazón y nos descontrola el cuerpo. Pero sí es cierto que muchos oscilamos entre la euforia y la apatía, lejos de un estado sereno que nos permita disfrutar de la vida. Como siempre, en el término medio se debe encontrar la solución. Cualquiera irregularidad en estas circunstancias no solo afecta a nuestra vida emocional, sino a la manera de ver el mundo.
            Si las euforias no estuviesen bien vista socialmente, el fútbol no tendría tanto éxito. Pero los espectadores quieren entrar en esos estados emocionales en que el cerebro libera sustancias que crean bienestar. Sin embargo se trata de un estado momentáneo y transitorio.
            Otro de los problemas de las euforias es que son adictivas. Cada vez deseamos más, y cada vez necesitamos más para llegar a los niveles que nuestra situación emocional nos pide. Por eso vivimos en una sociedad enamorada y deseada de todo los bienestares  que nos rodean. En ese estado de euforia, sólo llegamos a un estado compulsivo de tener todo lo que los demás tienen, sin pensar en nuestras posibilidades, ni económica ni sociales. Simplemente decimos ¿y yo por qué no? Todo eso nos hace llevar al estado tan crítico y que desgraciadamente vivimos. Aquí os recuerdo lo que nos dice el famoso dramaturgo inglés Oscar Wilde. “Todo exceso lo mismo que toda renuncia, trae su propio castigo”

 Meditación: Cuando saltes de alegría, cuida de que nadie te quite la tierra debajo de los pies.

 

4 comentarios:

  1. Creo que cada persona es capaz de saber lo que le provoca euforia y desecanto al tiempo. Como todo en la vida, en dosis adecuadas, no perjudica. Si uno "se engancha", no es libre y la dependencia, no resulta adecuada para el crecimiento personal. Un abrazo.

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  2. Gracias por tu comentario; Saludos.-

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  3. Me ha parecido súper interesante tu entrada! De hecho quizás acabo de descubrir el por qué nunca acabo de disfrutar del todo de las cosas y mi vida, entonces se convierte en una montaña rusa de euforias y decepciones...

    Recuerdo que ya siendo una niña, a veces ocurría algo, por insignificante que fuera y se me aceleraba el corazón de la emoción, me daba "el subidón" y luego se me pasaba... En mi caso nada que ver con las compras compulsivas pero si con las emociones, el disfrutar, salir, viajar...

    Siempre he sido bastante sensata con la visión de mis límites respecto a mis posibilidades económicas pero aún así siempre quiero más ¿Estaré enganchada a sentirme eufórica?

    Con los años he aprendido a contenerme en cierta manera, a disfrutar sin perder la cabeza y a que las "caídas" no sean tan bestias pero reconozco que encontrar el punto medio me resulta realmente difícil.

    Felicidades por la reflexión, muy acertada bajo mi punto de vista, claro.

    Un abrazo!

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  4. Toda euforia es mantenida por un sentimiento a través de una actividad que nos caracteriza por medio de una extrema actividad en nuestra vida. Siempre que nuestras euforias se muestren de forma de un estado natural, nuestros sentimientos serán representados como acontecimientos que nos harán felices. Pero si por el contrario son llevadas a su máximo potencial, podríamos caer en trastornos de comportamientos bipolares, dando lugar a síntomas de carácter maníacos depresivos. Saludos.-

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