sábado, 15 de febrero de 2014

Conocer la verdad.

            A lo largo de nuestra vida, cuántas veces nos encontramos ante una encrucijada, parece como si sospecháramos algo. Hay en nuestro interior algo que nos dice, que un determinado hecho no es tal cual suponemos. Ante tal situación, ¿deseamos enfrentar las cosas tal como son? O es mejor hacer oídos sordos y dejar las cosas como están y seguir adelante. Lo que exista fuera de la mente y no responda a nuestra lógica y medios de percepción no debería existir para nosotros, ya que no podemos percibirlos.          Parece que si uno desconociera lo que realmente está sucediendo, le quitamos validez, o mejor aún, ¡directamente no existe! Por ejemplo, hay gente que prefiere no hacerse estudios médicos para no saber si sufre de alguna dolencia, o elige no indagar y así no descubrir si su pareja le es fiel o no.
             En realidad el problema de la verdad no es nuevo. Siempre se han planteado dificultades acerca de la objetividad de la verdad, tomando siempre ocasiones sobre la disparidad de las cosas que existen en las diferentes sociedades e incluso dentro de nuestra sociedad, y de los cambios que se dan, sobre las opiniones y creencias en determinados momentos.
             De esta manera nos podríamos preguntar: ¿cómo saber si una persona miente? No sólo el cuerpo muestra señales de una mentira sino también nuestro rostro. Si deseas saber si esa persona te está diciendo la verdad, analiza la duración de sus gestos y emociones, podrás observar que son anómalas y de forma tardía.
             Los gestos y sus expresiones tampoco concuerdan. Si una persona te dice que te quiere pero está mostrando una cara de indiferencia, es obvio que lo que está diciendo, no es lo que realmente siente.
             En verdad es un deber personal y sobre todo de los que tienen influencia, el abrir puertas y medias para que la gente tome la decisión más acertada de acuerdo a sus propias necesidades. Nadie nos va a imponer la verdad, nos va a proponer una alternativa.
             Debo reconocer que no estoy imponiendo nada, sino que mi forma de ver las cosas, implica simplemente una aceptación al derecho a la verdad.
             En verdad es que las medias palabras existen para decir lo que las “enteras” no pueden. En las conjeturas que he venido diciendo, los intentos de formalizar la verdad no tienen otra consistencia que el simple producto de su formación en el inconsciente.
             Allí nos lleva sus síntomas, sus sueños, sus lapsus, etc., dejándonos anclados en la historia de nuestra vida y en el porvenir de sus fantasmas.
           
Meditación: Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado.

 

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