sábado, 22 de febrero de 2014

Con la edad, ¿qué nos pasa?

            Si, el título reconozco que es un poco complejo, puesto que no refiero a que, como parece decir nos torcemos, (aunque algo sí), es sencillamente que cedemos ante la edad que nos precede. Hasta nos acomplejamos. El “viejo” ha sido en el mundo rural una verdadera institución. Encarnaba ese conocimiento acumulado durante generaciones que se tardaba toda una vida en transmitir y resultaba crucial para vivir en sintonía con la naturaleza y es entonces cuando se llegaba a comprender muchas situaciones.
           No es tan sencillo entender a una persona “entrada en años”, puesto que existen diversas maneras de ver y comprenderla. Por lo tanto es muy importante revisar los tipos de edades que pueden existir en el ser humano. Vivimos en una sociedad en la que los valores tradicionales, se están cambiando sobre todo por dos cuestiones en alza, la juventud y la belleza. Todas la personas “sentimos la necesidad” de ser importantes y valoradas por las que nos rodean.
            Esto aunque parezca raro, puede suceder. Verán; todo puede empezar que un determinado día vayas por la calle y de repente una de las personas joven que por “allí” transitan, pueda preguntarte; “Señora; ¿me puede decir la hora que tiene usted?” A partir de ese momento tu interior sufre una crisis de identidad, al pensar, que no habías asumido que irremediablemente te estabas haciendo mayor, y con toda normalidad así lo veían los demás. Con esta simple cuestión, se te abren los ojos, y empiezas a pensar: si me ha dicho señora, es que me identifica como una persona muy mayor. Pues nada de eso es cierto; sólo y exclusivamente es una forma de respeto a la madurez.
            Debo reconocer que la vejez, no está de moda, no suele salir en las novelas, en las películas, tampoco están en los anuncios ni en las revistas… vivimos en una sociedad capitalista que se alimenta en buena medida del deseo de los consumidores de permanecer eternamente jóvenes; gimnasios, cremas, liposucciones, intervenciones quirúrgicas, modas, maquillajes, “mechas”, tintes… son sólo unos cuantos ejemplos de un largo etcétera.
             Hace muy poco tiempo tuve la ocasión de ver un vídeo de una señora, la cual hoy ya ha sobrepasado la edad de 60 años. Quedé profundamente sorprendido al hacer unas simples comparaciones. Debo decir que esa señora en el vídeo del cual os hablo, tenía entonces 25 años. ¡Cuál fue mi sorpresa al comprobar que nada había cambiado a pesar de haber transcurrido más de 30 años. Su peinado y forma de llevar el pelo, igual que hoy. Sus complementos, exactamente igual. Su forma de vestir (informal), también igual que hoy. Son esas personas que se le pregunta: ¿tú te podrías “esto”? Por ejemplo un traje largo de fiesta, y nos responden “Yo jamás me pondría eso”
            Se que muchos me preguntarán ¿y su rostro? Pues debo decirles que aquella chica de 25 años, era realmente bonita y hoy actualmente sigue siéndolo. Y digo “bonita”, porque siempre la califiqué así. Si algún día escribo algo sobre “el rostro de la mujer”, puede que  os explique (siempre a mi forma de entender) la diferencia que existe al calificar a una mujer entre: guapa, bella, atractiva, bonita, graciosa, resultona, etc. Son definiciones completamente distintas, aunque sé que muchos de Uds. me dirán: todo depende “con los ojos que se las mire”

               Meditación: El mejor cosmético para estar bonita es la felicidad.

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