Los presentimientos son un fenómeno que se desarrollan de forma natural. Sin embargo podemos contribuir a potenciar la intuición estando atentos a las impresiones y señales internas. La vinculación ineludible que existe entre la intuición y las emociones, junto al hecho de que la primera es la clave para acceder a buena parte de nuestro conocimiento, nos da argumentos suficientes para considerar que prestando atención a las emociones, deberíamos poder experimentar presentimientos con mayor facilidad.
Así, estando abierto a lo que pasa en nuestro interior y a la realidad que nos rodea, podremos obtener una mayor conciencia global y mejorar la capacidad para enjuiciar y analizar diferentes situaciones. Por ello, hay que tener en cuenta que las buenas ideas no sólo se desarrollan pensando, sino que también se intuyen.
De esta manera la intuición no es infalible, pero aporta un grado de conocimiento al que de otra manera, no podríamos acceder. Es sumamente importante dejarnos guiar correctamente por ella, pero también ser capaces de razonar cada uno de nuestros actos.
Sentir una corazonada es bonito, porque te hace soñar, te permite ir más allá de los límites de la realidad y también, de la lógica. Incluso puedes llegar a sentirte más joven al compás del deseo que te renueva por dentro. Siempre ese deseo te conectará por dentro de una forma clara con tu felicidad y por supuesto con todo aquello que de verdad te importa. Seguir una corazonada, nos muestra una actitud de valentía y fuerza.
Y es que del mismo modo que desarrollamos nuestro intelecto y la capacidad de resolver problemas de forma lógica, es conveniente aprender a identificar aquellas sensaciones que nos conducen a actuar correctamente.
Así de esta manera me suelo preguntar: ¿Podemos fiarnos de las corazonadas? ¿Podemos seguir el consejo arrebatador del corazón, sin hacerle caso al cerebro? Desgraciadamente no disponemos de recetas válidas. La intuición acierta, pero también se equivoca, aunque algunas de nuestras corazonadas son simples presentimientos sin base alguna y en algunos casos se derivan de simples procesos mentales. La fuerza de las corazonadas se hace también visible en algunas personas que sin conocimiento, aciertan sistemáticamente en sus opiniones y decisiones, como si dispusieran de un detector oculto de aciertos o de un “olfato especial”. ¿Cuántas veces un compositor, tras un largo periodo de sequía mental, le da vueltas y vueltas a una obra inacabada y, repentinamente vuelve la inspiración, consiguiendo con ello acabar brillantemente lo que parecía condenado al fracaso?
En otras palabras, nuestra mente trata de resolver problemas incluso antes de que nos dé tiempo a plantearlos de forma lógica y racional.
Meditación: Todo el mundo quiere tener un amigo, pero nadie se toma la molestia de convertirse en uno.
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