Más allá del aspecto físico, las emociones que despiertan en nosotros quienes están cerca, influyen en el modo de mirarlos al percibir su belleza. A veces ciertas palabras o actos consiguen realmente emocionarnos.
Debemos cuidar, animar, recuperar y perdonar a las personas, que lo necesitan más que las cosas, por eso nunca debemos rechazar a nadie. La belleza de una persona no es la estética de su rostro, sino el reflejo de su alma. En definitiva son las atenciones que nos dan con amor. Puesto que la belleza del corazón crece con los años.
La belleza exterior, es una proyección de tu mente que es totalmente irreal, es simplemente una fantasía y es totalmente subjetiva. Una persona que para mí es espectacularmente linda, para otra persona puede no serlo. Por eso, la mayoría de las personas de cierta raza ven feas a las personas de otras razas, y viceversa ya que no son llamativas para ellas, y en sus mentes el concepto de belleza es totalmente diferente.
Para ello, reducen nuestro campo de conciencia y nos aíslan de los otros, como gritando “Piensa en ti primero”. Sin embargo, la inspiración que sentimos ente la grandeza de espíritu de alguien que admiramos, o incluso ante la inmensidad de un bello paisaje o la armonía de un jardín, induce el movimiento inverso.
Cada uno de nosotros tiene un patrón de belleza programado en su mente, a través de las creencias, de lo que los medios de comunicación nos han mostrado y lo que la publicidad nos ha vendido. De ahí, que cuando entablamos una relación con una persona que consideramos atractiva y bonita físicamente, nunca podremos tener la certeza de que ésta relación vaya a florecer, ya que en la mayoría de las ocasiones cuando pasa el estado de enamoramiento inicial, y el deseo insaciable de necesidad, lo que queda en el fondo es simplemente la belleza interior de la persona.
El pequeño espacio del corazón, es tan grande como el universo. Y a veces las lágrimas más amargas que se derraman sobre nuestra tumba, son la de las palabras no dichas y de aquellas obras no terminadas. Con todo ello quiero decir que las amistades silenciosas son peores que las abiertas y declaradas.
Eso, me dice que; ¿cuántas veces nos detiene, sacarnos de la rutina de nuestros pensamientos habituales? Pero, lejos de cerrarnos, nos abre el espíritu y el corazón a nuevas maneras de ser y de recibir lo que el mundo tiene por ofrecer y aportarnos aquellos que nosotros deseamos.
La belleza que poseemos, está instalada como el resplandor que emana de los divinos rayos de sol, que nos alumbra por el paso de nuestra vida, iluminando los caminos que nos tocó vivir, cuidando de no errar la senda de la maldad.
Esto me hace meditar y pensar, que en lugar de aferrarnos tratando de encontrar la eterna juventud y dejarnos preocupar por el miedo de no ser admirados, tendríamos que centrarnos en buscar la verdadera belleza que emana de nuestro corazón.
Meditación: La belleza está reflejada en los ojos de aquellas personas que saben apreciar el sentimiento de la verdad.
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