Indudablemente existir es un hecho, pero vivir es un arte. Nuestra sabiduría empieza por aceptarnos tal como somos, a pesar de las transformaciones que podamos llegar a ser. Ninguno hemos elegidos los hechos que nos ha repartido la vida. Nuestro lugar de nacimiento, la familia, la época, nuestro cuerpo, nuestras capacidades y cualidades. Todo debemos administrarlo con la debida cordura y sensatez, para nuestro vivir diario.
Podemos rechazar estas “cartas” y queremos que las cosas sean de otra manera. Pero es inútil, tenemos que aceptarnos tal como somos. Y no obstante la serenidad, la paz interior y la alegría no pueden correspondernos sin que las consintamos y sin que aceptemos la verdad de la vida tal y como nos llega, con todo lo que tiene de inevitable.
Eso sí, a la vida por ello, podemos intentar evolucionar y modificar obstáculos, y esquivar los inevitables. Pero esos cambios no intervienen más que en lo modificable, y solo nos serán útiles si los usamos sin el rechazo violento de esas “cartas” que nos tocan al principio de la vida.
Así pues, independientemente de la posición social, la apariencia física, las cualidades o defectos que la naturaleza nos haya concedido, todo individuo puede y debe convertirse en su ser auténtico gracias al trabajo en sí mismo, junto a una labor para la que tiene libertad de elección. Por eso decía Séneca: “No te dejes, e interpreta tu obra y el papel de hombre bueno”.
A veces deberíamos analizar, que tenemos el ejemplo en la familia. No elegimos a nuestros padres, no podemos cambiarlos, solo podemos aceptarlos. De niño todo lo hacíamos de forma instintiva porque dependíamos de ellos. De adulto, debemos hacerlo de forma reflexiva, como una relación libre: dejar de depender o de contra depender de ellos. Eso solo es posible si se adopta una cierta serenidad. Así sellaremos la paz con la realidad sin quedarnos enganchados al odio y a la ira.
Debo reconocer que me escandaliza el mal y me niego a buscarle un sentido. No obstante esta consciencia de carácter trágico e inaceptable de ciertos sucesos, no nos aportan nada al amor ni a la vida. Aunque algunos sucesos resulten incomprensibles e indignantes, siempre aceptaré el existir y digo, a pesar de todo “si” a la vida, con su parte de misterio, de sombras y de luces.
Meditación: No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos.
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