Cuánto tiempo
nos llevamos a través de nuestra vida, queriendo arrepentirnos de algo que
sucedió o quizás de aquello que hicimos. El pasado, desgraciadamente existió y,
ya nadie lo puede borrar, sólo tienes dos opciones: “perdonar o rectificar” Pero por qué luchar con esa “carga” todos tus
días. Verás, arrepentirse es un acto espontáneo, que surge de la creencia de
que algo hicimos mal. Aunque también digo que a veces no es necesario que
ninguna de las dos opciones tenga que ser necesarias, por la sencilla
razón de que puedan darse las
circunstancias, que no haya necesidad de perdonar ni rectificar.
Hay actos que
surgen de la propia conciencia, y era necesario hacerlo. Por tanto, no debemos
limitarnos. Cuando nuestra mente está abierta, puedes conectar con cualquier
persona en cualquier circunstancia y, hacer frente a ese desafío que tu
conciencia te dicte. Es cierto que el arrepentimiento es bueno, pero piensas
que debe haber siempre una noble causa que lo justifique. Muchas veces tenemos
la necesidad de activar “ese” compromiso que en realidad, es entregar lo que
nuestro subconsciente nos dicta, y exponerlo con toda sinceridad, aunque nos
cueste.
Piensas siempre
que una mente abierta no te permitirá se indiferente, y siempre nos conducirá
allá donde las cosas ocurran. ¿Por qué nos exigen que nunca fallemos? ¿Eres tú
acaso perfecto, teniendo que exigir el arrepentimiento? La vida nos presenta a
veces situaciones muy comprometidas, siendo mejor actuar que callar, a pesar de
saber que vas a perder. Dios Nuestro Señor nos concedió la gracia de dialogar,
El diálogo desata los nudos, disipa las suspicacias, abre las puertas,
engrandece las personas, en definitiva es un vínculo de unidad y de amistad.
Una de las cosas más hermosas es mostrar los sentimientos que permanecen
durante tiempo en nuestro corazón. De esta forma, repito: ¿Por qué
arrepentirnos? Tenemos que darnos
permiso a nosotros mismos para ser,
sentir y al mismo tiempo comportarnos como lo que somos: seres humanos, y que a
veces navegamos perdidos llenos de incertidumbres, emociones y sentimientos,
que sin saber porque, necesitan aflorar hacia el exterior sin ningún
remordimiento.
El
arrepentimiento es una emoción que nos embarga cuando pensamos que una
determinada actuación se hizo mal, o no era el momento adecuado para citarla,
pero, cuántas veces para disfrutar de la vida y de tu conciencia es
imprescindible concedernos “esa” pequeña autorización para
equivocarnos. Hay decisiones que se tomaron ante un pasado que ya hoy no nos
importa a pesar de haber pasado varios años, pero pensemos que siempre “está
ahí” No nos agobiemos por un pasado que
ya está olvidado ni nos condenemos, ni
nos privemos de vivir una nueva experiencia, sin ninguna
exigencia de arrepentimiento. Nadie nos enseñó a vivir: ese es el error que
muchos no comprenderán, a pesar de que continuamente busquemos las formas de
entenderlo.
El
arrepentimiento nos coarta la libertad en la planificación de nuestro futuro,
porque el pensamiento sigue estando en función de nuestras experiencias
pasadas. Pueda que no sepa explicarme con exactitud, pero hay personas que
juzgan a los demás de lo que hicieron, no queriendo recordar nada de su pasado,
optando por un aislamiento permanente. ¡Nunca lo entenderé! Nadie se va a
interponer, ante cualquiera nueva actitud que hayamos tomado, ni por supuesto
debemos arrepentirnos de algo que un tiempo hicimos a través de nuestra más
sincera convicción. Nadie nos enseñó a ocultar nuestros propios sentimientos y,
tener la valentía de expresarlos, es un excelente ejercicio para sentirse
feliz.
Tengamos siempre
presente que por mucho tiempo que haya transcurrido, todo no es “olvidar” sino
recordar sin rencores ni arrepentimientos, y aceptar una nueva actitud, ante un
pasado, el cual fue una triste y sincera experiencia.
Meditación: En la vida hay algo peor que el fracaso… y es, no haber intentado nada.
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