jueves, 7 de julio de 2016

Saber escuchar.

                Es cierto que tenemos la costumbre de estar constantemente interviniendo en casi todas las reuniones en la cuales nos encontramos, ya sea validando o invalidando todas las apelaciones que se presenten.  Lamentablemente, no somos tan buenos oyentes como podríamos serlo, pues pocas veces valoramos con justicia la importancia de saber escuchar, y no solemos estar entrenados en esa habilidad. O cuando intervenimos sin escuchar toda la alocución, como: ¡Qué absurdo! ¡No saben de lo que están hablando! Son situaciones muy corrientes en nuestro vivir diario.
             Para algunos, la cualidad de “saber escuchar” no es nada fácil puesto que  encontrar y desarrollar esa habilidad, va unida a la de  “buen comunicador” aunque proporciona más autoridad e influencia que esta última; eso dicen los especialistas. Si usted es buen comunicador, pero no sabe escuchar, corre el riesgo de expresar en forma elocuente cosas que no les interesan a tu interlocutor. Además, va a privarse de recibir informaciones y conocimientos que por otra vía no recibiría.
              El hecho de querer que sólo presten atención a tu locución, son formas de invalidación que expresan un cierto nivel de intolerancia y rechazo. Por eso interrumpir a los demás es uno de los comportamientos de comunicación más comunes que hoy se nos presentan. La gran mayoría de las gente suele tener poco conciencia de cuán frecuente y groseramente es la acción de interrumpir a los demás cuando están discerniendo sobre algún tema de relativa importancia, convencidos de que tienen que decir algo añadido, con la intención  (a veces) de corregir al interlocutor.
             Saber escuchar a los demás es fundamental, es uno de los primeros pasos hacia el conocimiento mutuo. Y aunque todos queremos explicar cosas, es maravilloso encontrarse con alguien que sabe escuchar, porque sin saber cómo, queremos estar con él, el mayor tiempo posible. Sin embargo, no saber escuchar o hacerlo a medias afecta a nuestras relaciones humanas. En estos casos supone peor que estar en silencio mientras que el otro habla. Después de todo, si no escuchamos a los demás, nos preguntaríamos ¿por qué deberían hacerlo ellos? Y al contrario, cuando estamos en desacuerdo, interrumpimos el flujo de la experiencia de los demás, tratando de intervenir constantemente.
             Reconozcamos que una de las necesidades más importante del ser humano respecto a nuestra necesidad de comunicación, es saber escuchar. Esto no sólo es oír a otra persona, es mucho más. Por un lado se necesita que haya una empatía entre el emisor y receptor, un conocimiento previo de ambos, o que el tema de la conversación sea de interés para ambos. En caso contrario, es mucho más complicado que se quiera escuchar lo que se dice. Una vez que se establece esa relación entre ellos, lo que se expresa es de suma importancia oírlo.  
            Así es cómo decimos que uno puede escuchar a través del sentimiento. Hay todavía algo más profundo que el sentimiento y es esa profundidad llamada “la escucha total con todo tu ser”. El sentimiento es otra parte;  la fuente de acción. Hay muchos componentes en tu existencia y en tu ser. Así que puedes escuchar con el sentimiento mejor que con el intelecto, pero aún sigue siendo sólo con una parte. Cuando escuchas con tus sentimientos y el intelecto piensa al mismo tiempo, ten por cierto, que lo que percibes, es la mente del que te está hablando.

 Meditación: Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa.

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