viernes, 15 de julio de 2016

Las manos.

            Es posible que nunca lo hayas pensado, pero: ¡Que importantes son nuestras manos! Desde expresar la más suave y subyugante caricia de amor, hasta apretar el gatillo de un arma de fuego. El tacto de nuestras manos es el elemento primordial para nuestras relaciones amorosas. Si te caes es lo primero que apoyas, si te lanzas al agua las utilizas como remos, sepas o no sepas nadar.
            ¿Existiría la música sin las manos? cómo podríamos recorrer las teclas de un piano o acariciar las notas de un expresivo instrumento de cuerda. ¡No lo sé! Lo verdaderamente cierto es que el solo hecho de convivir diariamente como una parte más de nuestro cuerpo, no las tenemos en cuenta. Sólo cuando por desgracia nos faltan, nos damos cuenta de su importancia. Con ellas podemos enviar mensajes, aunque cada día le resulta al ser humano más difícil hacer uso de sus manos, para poder expresar lo que la mente y el corazón, pueden transmitir entre los seres que se aman.
             En definitiva, las manos a veces nos dicen tanto como la cara, y nos aportan gran parte de la comunicación no verbal. Así decimos que las manos nos dicen claramente lo que las personas se callan u omiten. Recordemos esa frase tan famosa que habitualmente decimos: “estaba tan nervioso, que no sabía qué hacer con las manos”
             Siempre han sido el elemento de comunicación, quizás más eficaz de todos en el lenguaje universal, (aunque debido a las altas tecnología están bastante descuidadas).
              Reconozcamos que nuestras manos, como al principio decía, son como dos remos que se enfrentan a la vida, las cuales brotan del corazón; Sí, es cierto que sirven para trabajar, pero no es solo ese su cometido; éstas irrumpen a través de los brazos, saltan, dan palmas, acarician, etc., desembocando siempre sobre aquellas heridas o alegrías que nos abrazan nuestro corazón.
               Las manos son las herramientas del alma, con ellas emitimos a veces mensajes de sentimientos que  nos transmite el corazón y como casi siempre suelen ser de alegría o de dolor. Estrechar una mano amiga es encontrar una fuerza para hacer realidad muchos sueños, es como encontrar un camino, con la certeza que ellas nos guiarán hacia un sendero seguro. Cuantas veces alisan asperezas, conjuran aquellos desvelos de una mente dormida y olvidada, hacen que esos presagios inquietantes, no lleven cuenta de nuevos desamparos. La misma mano que hoy luce una alianza, mañana es capaz de destruir un amor y la confianza que durante toda una vida estuvieron unidas.
             O a veces cuando esas manos se agitan desesperadamente, en el “andén de la vida” con la intención de una despedida, y jamás son correspondidas ni siquiera volviendo la cara. Observamos que nuestra vista ya no alcanza a divisar nada, pero esa mano sigue agitándose, esperando que esa persona se vuelva y al menos desde lejos, le corresponda con una lejano adiós de esperanza. Pero cuando vemos que es imposible, puesto que ya no le divisamos, nuestra mano tiende a bajarse llena de tristeza, convirtiendo nuestro corazón en un valle de lágrima, cómo diciendo “ni siquiera un adiós me merezco”    
            Entonces juntamos las manos para abrazar la brisa que se escapa con la pasión; notando como nuestro corazón se encoje debido a que aquella despedida irremediablemente nunca se producirá. En cierta ocasión, me preguntaron esto: ¿me gustaría ver tus manos? Mi curiosidad me decía ¿por qué? Posiblemente ¿desearían descubrir algún sentimiento oculto de pasión? ¡No  lo sé!
             Expresando todo estos conceptos de otra forma, ya es tiempo que las apartemos de la vida digital, volviendo a la vida real, para encontrar ese contacto físico que todos necesitamos. Es lo único que nos queda a través de nuestras manos y que afortunadamente poseemos, porque un día esas caricias ya nunca existirán. ¡Puesto que  llegará el momento, que esas manos ya no podrán moverse, ni saludarte, ni decirte adiós! ¡No, ya jamás podrán acariciarte, puesto que estarán iniciado el camino hacia la eternidad!
 
Meditación: A veces callando, nos lavamos las manos, pero nos ensuciamos la conciencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario