Es posible que
nunca lo hayas pensado, pero: ¡Que importantes son nuestras manos! Desde
expresar la más suave y subyugante caricia de amor, hasta apretar el gatillo de
un arma de fuego. El tacto de nuestras manos es el elemento primordial para
nuestras relaciones amorosas. Si te caes es lo primero que apoyas, si te lanzas
al agua las utilizas como remos, sepas o no sepas nadar.
¿Existiría
la música sin las manos? cómo podríamos recorrer las teclas de un piano o
acariciar las notas de un expresivo instrumento de cuerda. ¡No lo sé! Lo
verdaderamente cierto es que el solo hecho de convivir diariamente como una
parte más de nuestro cuerpo, no las tenemos en cuenta. Sólo cuando por
desgracia nos faltan, nos damos cuenta de su importancia. Con ellas podemos
enviar mensajes, aunque cada día le resulta al ser humano más difícil hacer uso
de sus manos, para poder expresar lo que la mente y el corazón, pueden
transmitir entre los seres que se aman.
En
definitiva, las manos a veces nos dicen tanto como la cara, y nos aportan gran
parte de la comunicación no verbal. Así decimos que las manos nos dicen
claramente lo que las personas se callan u omiten. Recordemos esa frase tan
famosa que habitualmente decimos: “estaba tan nervioso, que no sabía qué hacer
con las manos”
Siempre
han sido el elemento de comunicación, quizás más eficaz de todos en el lenguaje
universal, (aunque debido a las altas tecnología están bastante descuidadas).
Reconozcamos
que nuestras manos, como al principio decía, son como dos remos que se
enfrentan a la vida, las cuales brotan del corazón; Sí, es cierto que sirven
para trabajar, pero no es solo ese su cometido; éstas irrumpen a través de los
brazos, saltan, dan palmas, acarician, etc., desembocando siempre sobre aquellas
heridas o alegrías que nos abrazan nuestro corazón.
Las
manos son las herramientas del alma, con ellas emitimos a veces mensajes de
sentimientos que nos transmite el
corazón y como casi siempre suelen ser de alegría o de dolor. Estrechar una
mano amiga es encontrar una fuerza para hacer realidad muchos sueños, es como
encontrar un camino, con la certeza que ellas nos guiarán hacia un sendero
seguro. Cuantas veces alisan asperezas, conjuran aquellos desvelos de una mente
dormida y olvidada, hacen que esos presagios inquietantes, no lleven cuenta de
nuevos desamparos. La misma mano que hoy luce una alianza, mañana es capaz de
destruir un amor y la confianza que durante toda una vida estuvieron unidas.
O a veces cuando
esas manos se agitan desesperadamente, en el “andén de la vida” con la intención
de una despedida, y jamás son correspondidas ni siquiera volviendo la cara.
Observamos que nuestra vista ya no alcanza a divisar nada, pero esa mano sigue
agitándose, esperando que esa persona se vuelva y al menos desde lejos, le
corresponda con una lejano adiós de esperanza. Pero cuando vemos que es
imposible, puesto que ya no le divisamos, nuestra mano tiende a bajarse llena
de tristeza, convirtiendo nuestro corazón en un valle de lágrima, cómo diciendo
“ni siquiera un adiós me merezco”
Entonces
juntamos las manos para abrazar la brisa que se escapa con la pasión; notando
como nuestro corazón se encoje debido a que aquella despedida irremediablemente
nunca se producirá. En cierta ocasión, me preguntaron esto: ¿me gustaría ver
tus manos? Mi curiosidad me decía ¿por qué? Posiblemente ¿desearían descubrir
algún sentimiento oculto de pasión? ¡No
lo sé!
Expresando
todo estos conceptos de otra forma, ya es tiempo que las apartemos de la vida
digital, volviendo a la vida real, para encontrar ese contacto físico que todos
necesitamos. Es lo único que nos queda a través de nuestras manos y que
afortunadamente poseemos, porque un día esas caricias ya nunca existirán.
¡Puesto que llegará el momento, que esas
manos ya no podrán moverse, ni saludarte, ni decirte adiós! ¡No, ya jamás
podrán acariciarte, puesto que estarán iniciado el camino hacia la eternidad!
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