martes, 12 de abril de 2016

¿No tienes nada pendiente?

         ¡Cuántas veces creemos que todos está dicho, que no hay nada de qué hablar, que todo está zanjado. En nuestra vida siempre tenemos mil tareas pendientes. Pero, ¿por qué existen algunas de las cuales, las vamos posponiendo y no las terminamos? Es quizás: porque no deseamos verle un significado, o es posible que por algunas circunstancias no deseamos verlas resueltas, o por temor a ver que durante mucho tiempo hemos obrado mal y ahora nos sería muy incómodo encontrarnos con la verdad.
         Entonces ¿qué nos sucede? Si nos dejamos llevar, terminaremos acumulando por cada día que pasa un gran número de situaciones, que no tendrían por qué tener ese interrogante. Así solemos dejar esas “cosas” que no nos gustan y las dejamos para otro momento en el futuro. Aunque ¡cuántas veces nos preguntamos! Entonces: ¿Cuál es el momento? No pretenderás dejarlo así para una eternidad. Sí, sé que existen momentos a través del cual, nos proponemos tomar una actitud positiva, pensando en que no dejaré pasar ni un día más e intentaré poner fin a esa situación tan incómoda. Pensando en que no va a quedar más tiempo pendiente, y digo: “Voy a realizarlas ahora mismo y así deshago esa incertidumbre que cada día que pasa se me hace más difícil de solucionar”
             Es decir: busquemos una motivación para de una vez y a través de un diálogo razonable, encontrar la forma de dilucidar aquello que tanto nos atenaza, y dejar de una manera u otra, no volver a dejarlo pendiente. Siempre se ha dicho que no existe situación más vulnerable y más frágil que la atención a nuestros semejantes. Para vivir en paz deberíamos analizar ese elemento primordial que todo ser humano posee y que no es otra cosa que la palabra. Sólo ella y a través de ella, nos hará desprendernos de esa actitud negativa de la cual no intentamos apearnos, puesto que para no caer en el vacío, irremediablemente debemos relacionarnos con las personas, sólo con la intención de no volver a dejar nada pendiente por más tiempo.     
            Estas situaciones implican inseguridad, dudas, etc., es sencillamente “no saber tomar una decisión”,  que al mismo tiempo se traduce en movimientos oscilatorios, que equivalen a ese ir de un lado a otro, sin proponernos definitivamente una dirección. Ante esto, la única regla de oro es hablar, aunque sea de lo que tú creas que pasó, de lo que sentiste, pero sin acusaciones, sin juicios ni reproches, puesto que si aparece algo de todo esto, el diálogo fracasará y volvemos a llegar de nuevo al primer punto de partida.   
             Ese algo pendiente, aunque tarde siempre puede llegar. Es triste dejarlo en esa situación que no conduce a nada y que sólo sirve para crear más interrogantes de carácter negativo. El decidirse a terminar con una solución positiva, ya sea con la aceptación de uno o de otro, nos llenará de tranquilidad y puede que se traduzca en algo efímero, como la satisfacción de haber acabado con eso que durante tiempo siempre estuvo presente, aunque para ello le tengamos que dedicar tiempo, esfuerzo o lo que sea.
             Pensemos que a pesar del tiempo transcurrido, todas las dudas, las correcciones, o incluso nuestras propias críticas internas, se terminarán dejando acabado aquello que siempre hemos considerado como algo pendiente.
 
Meditación: Siempre hay una solución para cada problema, una sonrisa para cada lágrima y un abrazo para cada tristeza.

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