Podríamos pensar, ateniéndonos a los
tiempos en que vivimos: ¿Somos generoso o somos egoístas? Durante muchos años
se ha defendido que los humanos somos generalmente egoístas, y que solo
podíamos actuar de manera altruista por motivos morales y mediante un control
muy estricto de nuestros impulsos básicos.
Pero
la respuesta no es como muchos imaginan. Más bien lo contrario. Según
investigaciones recientes, parece ser que somos generosos, justos y
cooperativos por naturaleza. Seguramente muchos habrán fallado al intentar
responder. Sobre todo, teniendo en cuenta los tiempos que corren, como decía al
principio.
Existe
la idea generalizada de que no hacer lo que otros esperan de nosotros es una
forma de egoísmo, y esto se utiliza como arma de manipulación. Cuando
comenzamos a buscar nuestro propio camino, y se nos condena, es decir se nos
reprocha y se nos etiqueta de desconsiderados y desagradecidos. Consideremos
siempre que nuestro primer impulso, es el de cooperar con nuestros semejantes;
mientras que cuando somos reflexivos y nos paramos a pensar, reparamos en los
costes y caemos en el egoísmo. Estos comportamientos son muy utilizados por
ciertas personas en situaciones en las cuales se orientan inmoralmente en
determinados aspectos, ya sean propios o ajenos, más frecuentemente de lo que
solemos creer, nos toca afrontar situaciones en las que dos o más impulsos
instintivos nos incitan a acciones contradictorias.
De
esta forma realizar un acto en beneficio propio, sin importar el daño que pueda
producir a terceros, creemos que se entiende no sólo por lo más lógico y
habitual, sino como también algo imposible que no se suele dar, es decir: como
algo necesario. “A esto decimos: tonto será aquel que no aprovecha una
oportunidad para beneficiarse a costa de otro, si realmente tiene esa
oportunidad”.
Realmente
ser mala persona puede darte ventaja a corto plazo, pero a la larga no, esto
acabaría por extinguirnos, puesto que un egoísta puede obtener beneficios de
alguien que no lo es, pero con el tiempo, sólo quedarían individuos que
actuarían por beneficio propio, y nadie en esa situación tendría demasiado
futuro.
Cuando
alguien ayuda a otro, el sentimiento es una cualidad innata y personal, aunque
es más de carácter personal. A veces se
contribuya a una buena causa, además de realizarse por empatía, por sentirse
bien al realizar ese buen acto, y cumplir con la satisfacción que puede causar
en mucha gente. Esto no es otra cosa que la de ayudar a la imagen que cada uno
desea crear o conservar de sí mismo. No es necesario que nadie sepa que se
contribuye a una buena causa, puesto que lo que se consigue satisfaciendo ese
impulso es la propia tranquilidad y el “alimento” moral de cada individuo.
Una
de la práctica del egoísmo es la relativa a la amistad. Si, se que algunos me
preguntarán: ¿Que tiene que ver todo esto con las relaciones de amistad? Justamente
en las relaciones de amistad es donde hay que aprender a evitar esa conducta
abusiva y disfrutar de las que merecen la pena.
Aprender
a ser responsable de uno mismo obliga a los demás a ser responsable, de sus
amistades, o al menos a sentirnos conscientes de esa responsabilidad. Es una
gran lección para llegar a tener una buena convivencia y relación de amistad.
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