No es nada nuevo
decir que, a nadie le gusta equivocarse, pero la naturaleza del ser humano es
tan imperfecta que yo diría no estamos bien acabados. Muchos intentan
fuertemente evitar cometer errores, pero de hecho, estos pueden llevarnos a
vivir valiosas experiencias de aprendizaje si se tratan de manera correcta.
Por eso no
deberíamos sentirnos un verdadero desastre cuando algo no nos sale bien. Ni
negar que cuando hemos cometido un error, éste no resuelve nada, simplemente
prolonga nuestra energía positiva asociada con la situación en que vivimos.
Pero no siempre es así, y es de suma importancia estar preparado para cuando
venga las dificultades, estar atento a lo que debemos hacer para enfrentarnos y
como nos podemos sentir. A través de nuestros errores tenemos la oportunidad de
reflexionar y aprender algo nuevo. Cuando revisemos las consecuencias de una
acción que acabamos de realizar, es cuando podemos reconocer el error que
cometimos. Debido a esto, nos resulta tan difícil prevenir algunos errores, que
sólo podemos reconocerlos una vez que los hemos cometido. Es por ello que
debemos pararnos a pensar en eso que nos ha ocurrido. En muchas ocasiones de todo lo que nos ocurre
en nuestros fracasos personales y en nuestras incapacidades se debe a saber
gestionar una situación adversa.
Lo primero que
deberíamos darnos cuenta, es que nadie es perfecto. Por eso si nos equivocamos
en alguna tarea, que a la larga no resulte acertada, pensemos siempre que en
aquella ocasión fue lo mejor que pudimos hacer, contando siempre con los
recursos que contábamos en aquella oportunidad.
Aunque es muy
frecuente no aceptar los errores, achacándoselos a otros, y empecinarnos que
nosotros somos los perfectos. En vez de eso, aceptemos de una vez por todas
que, el ser humano, se nos permite equivocarse. Pensemos que una cosa es
equivocarse en algo y otra muy distinta es ser un fracasado. Esto último denota
una imagen propia de quien entiende los errores como fracasos personales, en
lugar de oportunidades para aprender y seguir avanzando.
Por este motivo,
si aprendemos de los errores y sabemos precisamente cómo aprender de ellos, si
reflexionamos acerca de nuestros propios fallos y siempre sacamos consecuencias
positivas de los mismos, creceremos tanto personal como psicológicamente.
Tengamos en
cuenta que en cada situación negativa existe la posibilidad de sacar provecho y
volver a intentarlo. El secreto está en mantenernos fiel a propósito y
enfocarlo fielmente a una nueva estrategia. Aprender de los errores significa
aceptar que hemos cometido un fallo, pero que intentaremos aprender de él,
teniendo en cuenta no cometerlo nuevamente.
Cuantas veces
nuestra mente, e incluso nuestro cuerpo, se cohíbe ante la responsabilidad de
que aquello no se repita de nuevo en el supuesto fracaso de volver a sufrir. Lo
que realmente ocurre es que si bien esta conducta nos protege de volver a
sufrir esa angustia, al final solo se trata de una actitud limitante que
estaría afectando a nuestro propio crecimiento personal.
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