No es frecuente aceptarlo, pero es cierto que nos sucede, ¿no? Sí, resulta
comprometido definirse, pero no por eso debemos reconocerlo. Falta de
motivación, rutina, ansiedad, estrés, presiones laborales… El sexo no siempre
se apetece, y las causas son a menudo físicas. Esas faltas de deseo sexual, deben
cuidarse y tratarse.
Ese
deseo es una de las cosas más frágiles del mundo, y cualquier situación en la
vida diaria de una persona, puede alterarlo. Debemos reconocer que no es una
necesidad fisiológica básica, por lo tanto podemos prescindir de él en
cualquier momento. En estos casos, habría que analizar cómo es la vida de esa
persona, cómo era antes y además es imprescindible ver cómo lo afronta, y con
todo esto analizar qué puede estar
afectando a ese deseo.
En
la mayoría de los casos suele haber un factor fundamental. ¡La confianza! Y es
que no todo el mundo es igual, y las relaciones, con el tiempo, suelen derivar
en monotonía, rutina y hastío. Por ello, ante un caso de deseo sexual, la
pareja es clave para solucionar el problema. Si lo pensamos con sinceridad: “el
varón acaba viendo el acto sexual como un aburrimiento, la mujer, con un
desinterés absoluto” Por eso es fundamentalmente aconsejable que se hable y se analice
el problema con tranquilidad.
También
ciertas situaciones no sexuales influyen sobre el placer, como anteriormente
apuntaba: el estrés motivado por el trabajo, los problemas familiares y los
económicos, las enfermedades o los conflictos emocionales. Todos crean
tensiones con efectos adversos para la sexualidad. Así mismo, las dificultades
en la comunicación de pareja o la persistencia de desacuerdos no resueltos,
acaban por incidir en el aspecto sexual. La sexualidad funciona como un
barómetro que señala el buen o mal estado de la pareja mediante la presencia o
la ausencia de dicha actividad.
Muchos
pensamos que somos los causantes; o sea que no somos lo suficientemente
atrayentes, lo que enraíza aún más el problema. Sin embargo tenemos que reconocer
que la mayoría de las veces somos la causa de la solución. Por tanto no
deberíamos en ningún caso presionar a nuestra compañera o compañero, pues éstos
se tensarían, consiguiendo justo el efecto opuesto. En muchos casos, los
hombres no sabemos apoyar correctamente a nuestra pareja, en casos así; hay que
escoger un buen momento, tener paciencia y no
ir directamente “a la resolución del acto”.
El
deseo sexual no debe subestimarse ni exagerarse, ya que es posible recuperarlo
tras un periodo de tratamiento. Lo que sí se ha demostrado, que no existe tanta
diferencia en función de la edad de las mujeres, y atañe cada vez más a chicas
jóvenes que han experimentado una maternidad reciente. En cualquier caso, ese
deseo debe cuidarse. Ninguna pareja debería privarse de él. Puesto que un buen
día, “volverá a llamar a nuestra puerta”
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