Nuestra mente a veces se parece a un mar
agitado en el que continuamente se agitan las olas en una actividad incesante:
emociones contradictoria, pensamientos variados, enemistades, rencores,
etc. Vivimos para la eterna
insatisfacción, la intolerancia, el fanatismo, las prisas, las tristezas, el
consumo desmesurado, etc.
La
sociedad de consumo que sufrimos dirige nuestra atención hacia la realidad
externa, en pos de la adquisición de bienes y de información. La industria del
deseo excita nuestras ansias mostrándonos una situación ilusoria magníficamente
presentada por las agencias publicitarias. El mundo exterior nos aprieta y nos
marca nuestro ritmo, hasta el punto de que olvidamos vivir para conseguir
sobrevivir.
De
esta manera nuestros días van girando y girando, años tras años, al mismo
tiempo que la serenidad y el verdadero estado de felicidad se aleja cada vez
más de nosotros. Hay una frase de Ortega y Gasset que nos dice: “Lo que nos
pasa es que no sabemos lo que nos pasa. Por eso nos pasa lo que nos pasa” Para
saber lo que nos pasa no tenemos más remedio que mirar dentro de nosotros
mismos, comprendernos a nosotros mismos, clarificar nuestras aspiraciones,
simplificar nuestros deseos y encontrar el verdadero propósito de nuestra
existencia. Este es el gran regalo que nos tiene reservado la meditación para
cada uno de nosotros.
“Me
siento bien” Aparentemente es una frase tremendamente sencilla, pero muy
compleja a la vez. Que todos los días nos sintamos bien un poco, que la
experiencia nos haga cada vez más sabios, creer que estamos en el camino
correcto, mirando siempre hacia adelante y aprovechar lo aprendido de nuestros propios
errores, en definitiva “sentirse bien” en mayúsculas.
Si
nuestros pensamientos reflejan lo que nos abruma y lo que nos falta, solo
tendremos por respuesta más problemas y más carencias. Por tanto debemos pensar
en positivo, convencernos que superaremos las adversidades, disfrutando de los
que nos rodean y de la admiración de los demás.
Debemos
celebrar todos los días los éxitos aparentemente sin importancia que obtenemos
en nuestra vida cotidiana. Todos tenemos algún logro cada día, ya sea en los
sentimientos, en lo familiar o en lo laboral.
Nuestro
cerebro es un órgano complejo y de una capacidad asombrosa, que solo utilizamos
en un 15 a un 25 por ciento de sus facultades. El resto se mantiene latente,
dormido a la espera de que lo despertemos y lo utilicemos
Cuando
no estamos concentrados, acuden a nuestra mente pensamientos espontáneos, que
pueden ser positivos o negativos, fantásticos, vulgares, amenazantes, o
banales, y por lo general de escasa utilidad en nuestra vida real. La única
manera de dominarlos y rechazar los que consideremos negativos es organizar
nuestra mente para reemplazarlos por pensamientos útiles y positivos.
Se
trata en realidad de despojarse de lo material, de buscar nuevos valores, de
aprovechar a escucharse y también a escuchar.
Meditación:
Solo hay dos errores que uno puede cometer en el camino hacia la verdad; no
recorrer todo el camino y no empezar
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