Todo lo que nos ocurre en nuestra vida
tiene un objetivo y un significado especial, como puede ser el amor, la
sensibilidad, la tranquilidad de espíritu, etc., etc. Decía un filósofo griego:
“Las virtudes no nacen en nosotros de forma natural, sino que la naturaleza nos
ha concedido la capacidad de recibirlas, y esa capacidad llega a madurar
gracias a la costumbre”. Por eso, desear de forma ignorante alcanzar ese objeto
del deseo, sólo contribuye al desorden y al sufrimiento en uno mismo y en los
demás.
La
cuestión más importante en torno a este concepto, radica en el afán de
superación. Podríamos decirlo de una manera sencilla: todo consiste en superar
a otros o superarse a uno mismo, dependiendo de dónde situemos el control de nuestras
acciones y esfuerzos. No comparemos nunca una acción a quienes nos comparan, ni
lo hagamos nada con relación al rango a la persona que lo haga. Es un error
creer atribuir el concepto de virtud al querer hacer lo que otros hacen. Son
nuestros propios resultados o nuestros propios esfuerzos los que debemos
superar. Es una sencilla observación sobre todo de nuestra evolución, haciendo
florecer nuestras aptitudes en nuestro carácter, llegando a producir un inmenso
gozo al comprobar como resultado la experiencia de una evolución
Siempre
debemos tener en cuenta a uno mismo como referencia para progresar; esa es la
clave de la superación. La voluntad de creer está condicionada por los logros
obtenidos, a través de las virtudes ajenas. Siempre supeditada al control de nuestra vida y comparándolo con
ese algo exterior que nos conduce a sentirnos seguros.
Hay
quienes se consideran perfectos, pero es solo porque se exigen menos de sí
mismo. Se suele decir: “que nadie es perfecto, que todos tenemos defectos o
aspectos que debemos mejorar de nuestra personalidad para lograr una mejor
calidad de vida y cercanía con los demás. Así que es necesario revisar nuestro
comportamiento e identificar cuáles son nuestros principales defectos, para
empezar a mejorar cada uno de ellos poco a poco.
Nuestras
virtudes son perfecciones habituales y estables del entendimiento y de la
voluntad, que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra
conducta en conformidad con la razón, adquiridas y fortalecidas por medio de
actos premeditados, buenos y reiterados.
Repasemos
nuestra vida y dejemos que nuestros propios triunfos del pasado se conviertan
en las fuentes de energía y en los puntos de apoyos que necesitamos en estos
momentos para sacar rendimientos a esa latente capacidad que todavía nos queda
por experimentar. Juzguémonos siempre, no por lo que somos sino por lo que
podríamos haber llegado a ser.
Meditación;
La virtud nos consiste en hacer grandes cosas, sino en hacer bien las pequeñas.
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