Nuestra memoria constantemente nos recuerda en todo momento como somos y que queremos pero… ¿Qué pasa cuando somos incapaces de reconocer una buena acción? Si no nos gusta lo que recibimos, deberíamos estar más atentos a lo que emitimos. Es justo comprender que lo que sembramos acaba retornando en nosotros mismos. Según este principio, si repartimos amabilidad, piensa siempre, que algún día nos llegará la amabilidad.
Las buenas acciones es la manera más sencilla, delicada y tierna de hacer realidad un amor maduro y universal, libre de exclusivismos. Las buenas acciones de definen como calidad de “buena persona” y ésta es aquella que por su actitud afable, complaciente y afectuosa es digna de ser amada.
Las personas que experimentan buenas acciones, son las que se comportan de un modo determinado, siempre impulsado por unos sentimientos que nacen de su interior y reflejan siempre bondad. Es como una conducta que no se agota por sí misma, sino que tiene como origen mover a los demás a comportarse con nosotros proporcionalmente sin buscar en ello alguna finalidad, aunque también se puede expresar a veces, buscando un propósito. Por eso debemos tener siempre presente, que esperar algo a cambio es como hacer un negocio.
Así como creer en el efecto de que “todo vuelve”, solo tiene sentido si damos sin esperar nada a cambio. La “buena acción” es hacer el bien y ser afectuoso con los demás; eso siempre nos permitirá vivir en paz y en armonía con los demás.
Las buenas acciones son las que surgen de los sentimientos, que casi vienen unidas con las formalidades de la buena conducta. Estas acciones siempre muestran la satisfacción de amar, de compartir el tiempo con los amigos, contagiándolos de alegría sin ninguna reserva.
Debemos tener presente que estas acciones son palabras que animan, levantan consuelan y fortalecen nuestro sentimiento. Es afabilidad en la conducta, naturalidad en el obrar, paz en el semblante, y benevolencia en la mirada.
En palabras de Mahatma Gandhi, nos dice: “Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida mientras hace daño en otro; la vida es un todo indivisible”
En definitiva se trata de darse cuenta de que podemos hacer mucho mal con las palabras y a veces también con el silencio. En mi modesto juicio, deberíamos estar más atentos a todo lo que hacemos, puesto que los actos y las acciones tienen consecuencias, y muchas veces, aunque no lo creamos podemos herir con enorme facilidad.
Meditación: Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requiere buenas acciones.
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