Todos hemos oído hablar de la melancolía, e incluso de personas muy allegadas las cuales siempre decimos que su estado siempre es melancólico. Esto nos hace difícil definir el comportamiento de ese estado en determinadas personas.
Yo diría que la melancolía es un estado de ánimo que se relaciona con la tristeza y la depresión, pero que tiene una naturaleza propia y distinta a ellas. El melancólico suele sentir un gran vacío, fruto de una herida originada en la infancia y que le afecta a su personalidad original.
La depresión constituye un mecanismo elaborado del estado que estamos dotados para superar las pérdidas y, en particular, la muerte de un ser querido. La melancolía considero que es un estado, provocado por un vacío imposible de colmar, que se ha originado en la etapa más temprana de la vida. A diferencia de las personas depresivas, el melancólico no trata de aliviar su sufrimiento, siendo su estado difícil es de abordar y penetrar. Es como si en el individuo melancólico existiera un gran agujero por el cual se escapara su energía vital.
A veces designamos a la melancolía, como algo doloroso y que penetra con demasiada profundidad en las raíces de nuestra existencia humana como para que podamos abandonarla sólo en manos de los psiquiatras. Si nos preguntáremos entonces, acerca de su sentido, no queremos decir con esto que se trate para nosotros de una cuestión psicológica, sino de orden espiritual. Realmente creo que se trata de algo relacionado con las profundidades de nuestra naturaleza humana.
Aunque siempre sería difícil establece el origen de la melancolía, cabe suponer que es el resultado de una grave herida producida en el periodo infantil, generada por la decepción amorosa provocada por el objeto materno y ocurrido antes del acceso de su formación personal.
Una persona melancólica es como si viviera en un estado de duelo permanente, sin posibilidad de consuelo ante ese vacío que siente, imposible de colmar y que pueda acabar conduciéndole a la muerte. La melancolía representa la más grave y profunda ausencia de deseo, de ese deseo que constituye el motor de nuestra vida.
Meditación: Cuando te sientas agobiado por la melancolía, lo mejor es salir y hacer algo amable por alguien.
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