lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Sabemos pedir disculpas?

            Aunque todas las religiones tienen un ritual específico para la disculpa, la mayoría de las tradiciones espirituales dan un valor importante a la capacidad de disculparse, y las diferentes culturas reconocen la importancia que tienen para la convivencia humana y el bienestar personal.        
            Sentirse culpable puede ser algo muy triste si nos lleva a reflexionar y a buscar remedio. Sentirse habitualmente inocente de todo y repercutir la culpabilidad sobre los demás suele ser síntoma de la eficiente acción del orgullo, que suele ser corto de vista para los propios errores y agudísimo para los de los demás.
            Perdonar es diferente que disculparse o justificar una falta. Tampoco significa olvidar o negar lo sucedido. Es cierto que la disculpa puede llevar a la reconciliación o a la separación de la relación entre víctima y quien comete la ofensa, pero estas dos situaciones no van de la mano necesariamente; por ejemplo se puede disculpar a alguien y  desear seguir teniendo una relación de amistad con esa persona.
            Pero yo me pregunto: ¿por qué cuando se hace un acto de verdadera sinceridad y amistad, el cual repercute en un enorme beneficio para la otra persona? ¡Porqué no se reconoce!
            ¿Es tanto el orgullo y la sinrazón, que nos lleva a no querer reconocer, que se utilizó un acto de verdadera educación?
            Sabemos que es más fácil disculpar a quien ha actuado sin mala intención pero no al que nos ha lastimado deliberadamente.
            Reconozco que existen personas que les he muy difícil reconocer ciertas actitudes, debido a la utilización de su otro “yo”, el cual casi siempre está presente  durante su vida aunque, se trate de ocultar. Pero, “siempre es bueno perdonar”
            La vida es demasiado corta para tener atormentado el corazón  con un dolor que siempre te ofusque la memoria. Con el reconocimiento de ese acto, sentirás la tentación de revivir una y mil veces tu sinrazón, pero deberías superarlo y reconocerlo.
            Además mucho de las ofensas son imaginarias, y otras magnificadas. Sea lo que sea, y con quien sea, enfréntate a ello. Busca la ocasión de curar esa herida, que toda tu vida te atormentará, puesto que llegará el día que esa persona haya muerto y en ese caso habrás perdido la ocasión. ¿No has pensado, cómo se sentirá la otra persona?
            En vez de seguir centrándote en ese “sentimiento de ofensa” a quién crees que te lastimó, aprendes a buscar esa amistad que por culpa de ese motivo se perdió. Con la disculpa nos ayudará a recuperar la sensación de que tenemos poder sobre nuestra vida.
           

Meditación: Los mejores amigos son como las estrellas, aunque no siempre se ven, sabes que están ahí

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