En general, cuando
sentimos tristeza es porque hemos perdido algo, ya sea real o fantaseado.
Es decir, que recordamos aquello que antes tuvimos y ahora es cuando
verdaderamente no hay posibilidades de recuperar. Es por ello que la tristeza
nos implica la ausencia de energía, dejándonos inactivos, sin saber que pensar
ni que decir, ni escribir; para ceder paso a la aceptación, de esa nueva
situación. Al no tener esta fuerza, no nos queda más acción posible que la de
aceptar, contribuyendo a dejar de “forzar” la realidad. Aquello que antes
manteníamos, ahora debido a la ausencia de esa fantasía es cuando se apodera de
nosotros esa sensación de tristeza, que nos hace imposible soltarla.
Se puede estar
triste por muchos motivos, pero no es justo ni normal que a través de los años
continuemos inmersos en esos sentimientos o infortunios de la vida. Todas esas
experiencias no diariamente, pero cuántas veces nos lleva al desamparo, quedan
tocados nuestros más profundos sentimientos.
Inmediatamente se
nos viene a la mente cosas como “todo fue por mi culpa”, “nunca voy a tener una
explicación”, “la culpa siempre fue mía”, o “si yo hubiera…”, etc., quedando
de esa manera “estancado” años tras años. De este modo permanece el foco de atención de
aquellas fantasías o aquel “imposible”, renovándose la tristeza una y otra vez
en ese sentir que ya es imposible que remediar.
De esta manera, “nuestro
yo” se debilita al sentir que nadie nos recuerda. Otro ejemplo en el terreno de
la amistad a los que muchos no les damos importancia, llegando a sentirnos como
una especie de desperdicio al pensar que hoy por hoy, nuestra presencia
a nadie le importa. Recomponer o volver a crear nuevos lazos es tareas muy
complicada, en verdad no es nada fácil ya que, en esos momentos, nos sentimos
atrapados ante una imagen negativa para los demás.
Siempre deberíamos
tener en cuenta que el estado de ánimo es una sensación de fondo que persiste
en el tiempo. Normalmente, apenas percibimos nuestro estado de ánimo, pero,
algunas veces, puede llegar a ser muy intenso e insoportable. Los estados de tristezas
no son lo mismo que los sentimientos, aunque comparten muchos aspectos en
común. La mayoría de las veces los estados de tristeza se caracterizan por ser
de menor intensidad y mayor duración en el tiempo
Por tanto,
deberíamos estar preparado para cuando nos aborda la tristeza, elaborando una
lista de recuerdos agradables como: aquellas conversaciones, aquella melodía
que nos hacía soñar a través de una profunda amistad proporcionándonos una
tremenda ilusión, etc. Cualquier cosa que nos permita sentir la calidez de unas
emociones positivas, y que al mismo tiempo generen nuevos sentimientos en
nuestro corazón. Mis estimados amigos: intentemos revivir de nuevo aquellos recuerdos
felices. Todo bastará para paliarlos, haciendo huir los sentimientos de esa
profunda tristeza.
Cuando aparecen en
nuestro estado, ese sentimiento de tristeza, reflexionemos sobre aquello que
hemos perdido y démosle “vueltas” mentalmente, percibiendo lo afortunados que
podríamos haber sido ante aquella sensible pérdida. Pero a pesar de no poderlo
remediar nos quedamos en esa fase, en que todos son lamentos, llegando a un
tremendo estado de total impotencia. Entendamos que, ante esta forma de ser, tenemos
que ser capaces de enfrentarnos a nuestros próximos retos, con la firme
condición de olvidar, haciendo que seamos capaces de sobreponernos a fin de
formular todo nuestro potencial que llevamos dentro.
Meditación:
No hay nada más difícil que olvidar aquello que un día nos hizo feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario