Cuando nos
acostumbramos a hacer algo de forma continua, parece que nos cuesta mucho
menos. Así podríamos decir, que los seres humanos utilizamos esta forma de
hacer las cosas. Es posible que sea por una cuestión de tiempo, o quizás porque
de esa forma nos resulte más rápido que estar pensando en un nuevo estilo para
realizarlas. A esto podríamos llamarle “nuestras rutinas diarias”. Y es
cierto, una rutina es una costumbre arraigada o un hábito adquirido, por la
práctica diaria de hacer las cosas.
Sin embargo,
cuando intentamos modificar nuestros hábitos diarios, siempre nos produce
cierta incertidumbre, pensando que nuestro trabajo se duplica o que lo
realizamos con más dificultad. Sencillamente nos anclamos en la rutina,
sintiéndonos más cómodos, ya que ésta nos ayuda a encontrarnos más seguros en
nuestra zona de equilibrio.
¿Cuántas veces esa
rutina se convierte en “corsé”, puesto que lo que realizamos diariamente pierde
su verdadero sentido, aunque no nos atrevemos a cambiar, debido a que el miedo
nos vence? Siempre deberíamos intentar
incluir en nuestra rutina diaria algo que nos llene y que nos satisfaga
personalmente, aunque parezca que estamos actuando egoístamente.
Es un dicho muy
antiguo que dice: Si quieres y crees en algo, puedes hacer que suceda. Así
te digo; que todo fluye, todo cambia constantemente. No nos quedemos paralizado
constantemente, puesto que vamos tan acelerados que no nos fijamos en cómo todo
lo que está a nuestro alrededor se modifica con el paso del tiempo. Todo lo
podemos realizar mirando hacia nuestro interior, procurando abrir esa puerta a
la creatividad.
Pensar de otra
manera no es solo un desafío para uno mismo, es un atrevimiento, es intentar
ideas novedosas, tener opiniones alternativas y ver el mundo con más matices y
colores que luces grises, Quizás nos parezca toda una osadía utilizar esos contextos
habilitados para pensar de manera distinta. Siendo de esta una manera aplicar
de forma relevante, e intentar proponernos nuevas ideas con el fin de salir de
esas rutinas diarias
Pensar de otra
manera es como desarrollar otros tipos de capacidades. En verdad no es sencillo, no es algo que se consiga en
dos días. Exige disciplina, voluntad y una dosis de atrevimiento, dejando a un
lado el miedo “al qué dirán” para transformarnos en esa persona que de
verdad deseamos ser.
Pensar de otra
manera, se trata de conseguir que nuestra vida forme parte de un continuo
estilo a fin de lograr que el resto de los quehaceres diarios nos resulten más
agradables. Tampoco consiste en habituarnos a los cambios permanente, siendo
intolerante a las rutinas. De esa manera podremos llegar a conseguir nuevos
retos, a fin de conseguir nuevos propósitos en la vida.
Atrevernos a
pensar de otra una manera, tiene sus riesgos y es normal equivocarse y
fallar, pero si nunca arriesgamos, nos será difícil conseguir algo
realmente destacable. No cabe duda que pensar diferente no es solo un desafío
para uno mismo, es un atrevimiento. Es proponernos ideas novedosas, tener
opiniones y alternativas a fin de ver el mundo con más matices y colores que
luces grises; en realidad es toda una osadía en esos contextos de rutinas
diarias originado por personas que piensan siempre de la misma manera. Sin
embargo, nada es tan relevante para nuestro desarrollo dar paso a una nueva forma
de renovación personal.
Meditación:
Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario