Actualmente y durante años, nos pasamos la
vida esperando una respuesta a aquello que siempre estuvimos aguardando, es
decir; encontrarle sentido a aquel problema. En definitiva, es hallar algo que
nos pueda dejar zanjada aquella situación.
Pasan los días, mese, años y surgen nuevas esperanzas, buscamos nuevos
sentidos, pero en realidad lo que alimenta nuestra vida no es la razón pura,
sino el equilibrio de nuestro cerebro emocional. Así nos permitimos sentir, reflexionar,
mirar, reír e incluso llorar, poniendo toda la atención en el momento presente,
aunque no estemos conectados personalmente. A veces la mayoría de las razones
que nos damos a nosotros mismos solo sirven para justificar nuestra forma de
actuar.
No dejemos de
pensar que a lo largo de nuestro deambular por nuestra vida, existen dos clases
de desafíos: Los que nos ponemos nosotros mismos, considerados como metas, y
los que la vida de por sí nos pone; cómo la pérdida de un ser querido, un
accidente inesperado, o la pérdida de una amistad muy especial, etc. De todas
formas, la elección de afrontarlos, sólo y exclusivamente depende de uno mismo,
dependiendo del resultado de como arribarlos.
No recuerdo dónde, pero en cierta ocasión
creo haber citado esta reflexión; “La felicidad en esta vida consiste en tener
algo que hacer, alguien a quien amar y algo que esperar” Reconozcamos
que a veces somos nosotros mismos los que hemos dejado pasar ese problema que
siempre lo hemos considerado como hiriente, encontrándonos ahora como lapidado,
por no haberlo atacado a su debido tiempo. En verdad, ¡No es fácil! Ante
tal situación, todo requiere tiempo, pero la recompensa que obtenemos es digna
de tener en cuenta. Ante estos desafíos, siempre pensamos que nos vemos ante
una situación terrible, pero casi nunca llegamos a meditar las múltiples
cualidades que tenemos a nuestro alcance para llegar solventar ese problema que
diariamente nos hace la vida imposible, sólo pensando que eres incapaz de
darle una solución.
Esperar
que nos sucedan las mejores cosas y que nuestra vida siempre tiene un nuevo motivo,
es realmente maravilloso, es vivir a la espera de algo que nos parece imposible
llegar a conseguir, padeciendo día a día la insatisfacción de sentir que no
tenemos lo que merecemos, llegando a veces ser una terrible agonía. Nos
caeremos, sufriremos y nos haremos daño, lloraremos y nos cegará el amor, nos
traicionará e incluso nos abandonará, aunque nunca perdemos la esperanza. Sólo
tenemos que levantarnos, mirar al cielo y volver a empezar, para buscar esa
razón que nos haga feliz y que en el fondo ansiamos lograr. Nos pasamos la
vida esperando que pase algo, y lo único que pasa es la vida; jamás llegaremos
a entender el valor de los momentos, hasta que se han convertido en múltiples recuerdos
olvidados.
A veces no son los
demás los que deslizan sus uñas sobre nosotros, somos nosotros mismos los que
nos infringimos esos arañazos a través de nuestros recuerdos, los cuales nos
dejan huellas cargada de un contenido sentimental.
Conservemos
lo que tenemos, olvidando lo que nos duele. Luchemos por lo que queremos,
valorando lo que poseemos. No hagamos de nuestra vida un borrador, tal
vez no tengamos tiempo de pasarlo a limpio, y pensemos que nunca será tarde
para empezar a ser feliz.
Meditación:
A veces el secreto de la vida está en gestionar las esperas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario