miércoles, 26 de junio de 2019

A veces, ¿qué nos pasa?


Es cierto que, en algunas ocasiones, no sabemos qué nos pasa. Nos vemos atravesando por algo que no podemos detener, ni analizar ni comprobar. En definitiva, no sabemos identificar de dónde nos nace ni a donde nos lleva. Aunque sí apreciamos que nuestras inquietudes obedecen a que sentimos que lo que nos ocurre nace de nuestro interior, y proviene de alguna causa específica o determinada; siendo verdad que nos desborda.
Cuántas veces guardamos en nuestro interior antiguas heridas, resentimientos, rencores, que nos generan emociones altamente negativas. Vivimos dándoles vueltas siempre al mismo tema, hasta que un día nos sentimos agotados y esas emociones nos consumen todas nuestras fuerzas. Deberíamos antes de que esto nos suceda, dejar a un lado los viejos enfados, los resentimientos, pensando sólo en la incertidumbre que el tiempo nos ha hecho pasar, retirando todas las inquietudes que parecen haber sido congeladas con el tiempo.   
Es cierto que nos afectan de manera que no podemos entender los síntomas tan evidentes que nos ocasionan. En la mayoría de los casos repercuten en nuestro aspecto, en nuestro rostro, en nuestro silencio, en nuestro humor, etc. Cuantas veces pienso que la disculpa es una necesidad en nuestro tiempo. Pero, ¡Qué difícil es! Todos pasamos por la imperiosa necesidad de que aparezca, aunque nadie está libre de que esas heridas surjan en nuestra vida, como frustraciones, decepciones, aflicciones, etc.
El remedio, está en la sinceridad y en el reconocimiento, aceptando la responsabilidad de una acción determinada. La superación de esa inquietud, sólo depende de la noción que tengamos de nuestra propia personalidad. Por ejemplo, si nos consideramos excesivamente vengativos o justicieros es comprensible un sufrimiento que no se va ni con el arrepentimiento. Los escrúpulos son diversos, pero sus síntomas pueden ser semejantes. Si supiéramos apreciar la coherencia personal armonizando la comprensión, nos sería más fácil la sensación de ser realmente disculpado. Aunque es necesario tener un justo sentido de personalidad, junto a unos matices de redención personal, para llegar a superar el daño, adquiriendo una confianza, llenas de paz y entendimiento.
Cuando la desconfianza se instala en nuestra existencia, no hay mucho que se pueda hacer para recuperar el vínculo que al principio se mantenía. He de reconocer que dentro de la gran variedad de agravios, ofensas y sinsabores que vivimos los seres humanos, la pérdida de la confianza es lo que más estragos causa durante mucho tiempo, siendo necesario para recuperarla vivir un verdadero suplicio, debido a la aptitud y la capacidad de generosidad que se necesita.
            Consideremos siempre que somos “seres sociales” en el sentido de que pasamos la mayor parte de nuestra vida con otras personas. Por consiguiente, es importante aprender, entendernos y funcionar adecuadamente antes situaciones sociales. Deberíamos conocer los principios básicos para llegar a conocernos a través de una correcta comunicación, pero a veces “cerramos los ojos” no dejando hablar a nuestra mente.
Si nos atreviéramos a decir lo que pasa por nuestro cerebro, (que de cosas diríamos), seguramente encontraríamos mucha paz y, al final de lo dicho, no tendríamos la necesidad de pasar por ese “congelado silencio”, aumentando de esa forma nuestra confianza personal.

Meditación: Los espejos se usan para verse la cara, y las palabras para verse el alma.


2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la reflexión de los espejos, me lo apunto para pensar un ratito en ello.
    Saludos!

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  2. El hecho de manifestarnos a través de la palabra, nos hace poder compartir nuestros conocimientos, ilusiones, anhelos y sentimientos, etc., con el fin de acercarnos más unos a otros, favoreciendo de esa manera una toma de decisiones conjuntas de manera razonada. Saludos Alicia.

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