Es cierto que, en
algunas ocasiones, no sabemos qué nos pasa. Nos vemos atravesando por algo que
no podemos detener, ni analizar ni comprobar. En definitiva, no sabemos
identificar de dónde nos nace ni a donde nos lleva. Aunque sí apreciamos que
nuestras inquietudes obedecen a que sentimos que lo que nos ocurre nace de
nuestro interior, y proviene de alguna causa específica o determinada; siendo
verdad que nos desborda.
Cuántas veces
guardamos en nuestro interior antiguas heridas, resentimientos, rencores, que
nos generan emociones altamente negativas. Vivimos dándoles vueltas siempre al
mismo tema, hasta que un día nos sentimos agotados y esas emociones nos
consumen todas nuestras fuerzas. Deberíamos antes de que esto nos suceda, dejar
a un lado los viejos enfados, los resentimientos, pensando sólo en la
incertidumbre que el tiempo nos ha hecho pasar, retirando todas las inquietudes
que parecen haber sido congeladas con el tiempo.
Es cierto que nos
afectan de manera que no podemos entender los síntomas tan evidentes que nos
ocasionan. En la mayoría de los casos repercuten en nuestro aspecto, en nuestro
rostro, en nuestro silencio, en nuestro humor, etc. Cuantas veces pienso que la
disculpa es una necesidad en nuestro tiempo. Pero, ¡Qué difícil es! Todos pasamos por la imperiosa necesidad de que
aparezca, aunque nadie está libre de que esas heridas surjan en nuestra vida,
como frustraciones, decepciones, aflicciones, etc.
El remedio, está en
la sinceridad y en el reconocimiento, aceptando la responsabilidad de una
acción determinada. La superación de esa inquietud, sólo depende de la noción
que tengamos de nuestra propia personalidad. Por ejemplo, si nos consideramos
excesivamente vengativos o justicieros es comprensible un sufrimiento que no se
va ni con el arrepentimiento. Los escrúpulos son diversos, pero sus síntomas pueden
ser semejantes. Si supiéramos apreciar la coherencia personal armonizando la
comprensión, nos sería más fácil la sensación de ser realmente disculpado.
Aunque es necesario tener un justo sentido de personalidad, junto a unos matices
de redención personal, para llegar a superar el daño, adquiriendo una
confianza, llenas de paz y entendimiento.
Cuando la desconfianza
se instala en nuestra existencia, no hay mucho que se pueda hacer para
recuperar el vínculo que al principio se mantenía. He de reconocer que dentro
de la gran variedad de agravios, ofensas y sinsabores que vivimos los seres
humanos, la pérdida de la confianza es lo que más estragos causa durante mucho
tiempo, siendo necesario para recuperarla vivir un verdadero suplicio, debido a
la aptitud y la capacidad de generosidad que se necesita.
Consideremos
siempre que somos “seres sociales”
en el sentido de que pasamos la mayor parte de nuestra vida con otras personas.
Por consiguiente, es importante aprender, entendernos y funcionar adecuadamente
antes situaciones sociales. Deberíamos conocer los principios básicos para llegar
a conocernos a través de una correcta comunicación, pero a veces “cerramos los ojos” no dejando hablar a
nuestra mente.
Si nos
atreviéramos a decir lo que pasa por nuestro cerebro, (que de cosas diríamos),
seguramente encontraríamos mucha paz y, al final de lo dicho, no tendríamos la
necesidad de pasar por ese “congelado
silencio”, aumentando de esa forma nuestra confianza personal.
Meditación:
Los espejos se usan para verse la cara, y las palabras para verse el alma.
Me ha gustado mucho la reflexión de los espejos, me lo apunto para pensar un ratito en ello.
ResponderEliminarSaludos!
El hecho de manifestarnos a través de la palabra, nos hace poder compartir nuestros conocimientos, ilusiones, anhelos y sentimientos, etc., con el fin de acercarnos más unos a otros, favoreciendo de esa manera una toma de decisiones conjuntas de manera razonada. Saludos Alicia.
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