martes, 12 de marzo de 2019

¡Qué nos cuesta razonar!


Qué más quisiéramos; estar siempre en posesión de la verdad, pero desgraciadamente las cosas no suelen ser así. Ésta, debemos y tenemos la obligación de contrastarla, para hacer ver que muchas no son como nosotros quisiéramos que fueran, por mucho que las pregonemos. Este es uno de los errores que en cualquier discusión solemos cometer. Ellos nos hacen ponernos a la defensiva, probando continuamente que nuestras ideas son las correctas, acudiendo a esas famosas frases tan conocidas, como: “Sé que llevo la razón, por tanto, no me digas nada más” o aquella también famosa que dice: “Todo el que no esté de acuerdo conmigo, aquí sobra” 
Desafortunadamente hay personas que viven como si la vida fuera una batalla: “O ganas tú o gano yo” “O tienes razón tú o la tengo yo” Sacando también en conclusión ese dicho tan popular que dice: “Si no piensas como yo, estás en mi contra” Así terminamos de ver el mundo y de relacionarnos con él. Estas son frases populares que nos advierten del poder que las emociones tienen sobre determinadas cuestiones, pero hasta la fecha reciente no se han confirmado ni considerado un elemento determinante en el cual actúen procesos de auténticos razonamientos.
Esa razón que tantas veces defendemos, nace de una necesidad y sobre todo de una adaptación imaginativa, sólo con la idea de protegernos ante un sentimiento de amenaza. Pero consideremos en definitivas, que esta forma de pensar no nos suele aportar ninguna clase de beneficio, adaptándose más a una forma de “terquedad” ilusoria. Siendo todo producto de una desatención a los más elementales principios del razonamiento, y no teniendo en cuenta, o dicho de otra manera; desacreditando a aquellas personas que nos pueden asesorar.
En realidad, razonar es llegar a un conjunto de actividades mentales, que nos conducen a una conexión de ideas de acuerdo con un proceso lógico que sea capaz de llegar a una coherencia de la verdad auténtica. Ante esta definición, a veces no crean Uds. que resulta fácil llegar a la auténtica razón, sobre todo cuando topamos con personas obsesionadas por desear tener siempre el control de la razón. En estos casos, son personas poco flexibles y casi siempre todo lo convierten en un estado de “manía” haciendo ver una y mil veces, y tomando a veces una actitud insegura de soberbia, en vez de conseguir un resultado de convencimiento ante los demás.   
Tampoco es nada fácil llegar a razonar con personas orgullosas, éstas suelen tener un exceso de confianza tal en ellos mismos que, todo lo que piensan lo consideran perfecto, siendo difícil dilucidar con ellos el concepto de razón. Ante este tipo de personas suele esconderse de forma inconsciente cierto tipo de inseguridad, utilizando el orgullo personal como arma de defensa.
Y, para terminar, aunque parezca una utopía; una de las características del razonamiento es aceptar que habrá muchas cosas que sabemos, y comprendemos, pero de todas, siempre habrá muchas más por aprender y razonar. Que verdad es aquello que se dice. “A veces se valora lo que se pierde” Solo la madurez emocional nos demostrará que debemos ser capaces que admitir que cuando estamos equivocados, sepamos comprender que, aunque siempre queramos llevar la razón es necesario disculparnos.

Meditación: Existen personas que es preferible darles la razón rápidamente antes que escucharlas.

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