Todo lo que hacemos por los demás, o los
demás hacen por nosotros, tiene un efecto directo en nuestro subconsciente.
Ciertamente, hay relaciones de contactos diarios que, por la poca condición de
sus actos, son superficiales y no aportan nada. En cambio, existen relaciones
que por circunstancias de la vida no viven un día a día intenso, sino pasan
periodos de distanciamiento manifiesto, y, sin embargo, tienen una gran
profundidad y un gran valor que se expresa en los momentos más necesarios.
Estos son los abrazos, cuyo acto, está relacionado con unos fundamentos sólidos
que no se destruyen fácilmente.
El
abrazo es la primera forma de medicina y protección que se inventó en el mundo.
Un bebé de cualquier raza, siempre se aliviará con un emotivo abrazo de su mamá
de todos sus miedos, llantos, frío, nerviosismo, etc. Igualmente, todo adulto
se sentirá reconfortado, acompañado, unido y aliviado, con un sincero abrazo.
Un
abrazo debe ser siempre una expresión amorosa y respetuosa hacia los demás, en
la que nuestro interés está en expresarlo de forma leal. Podemos darlo o
podemos recibirlo, o quizás las dos cosas al mismo tiempo.
Cuantas
veces ante un estado de tristeza, desconsuelo, pérdida o dolor emocional,
llenos de abatimiento, recibimos un abrazo con profundo sentimiento; eso nos
hace más reconfortantes. Fundirse en un abrazo con alguien que queremos mucho
en un mal momento, se convierte en la medicina perfecta. Mientras estamos
enlazados parece como si los problemas no existieran, o que son menores.
Pensemos que los resultados pueden ser espectaculares.
El abrazo es una
poderosa “fuerza”, que si se guía adecuadamente tiene un importante poder rehabilitador.
Nunca será malo utilizarlo bajo ninguna circunstancia. Esta singular estrategia
se logra si somos capaces de integrar en el acto del abrazo todo el amor que
poseemos y toda la calidad de afecto posible. En estos casos debemos estar
dispuestos a dejarnos contener por el otro, al recibir lo que nuestro ser nos
proporciona, con suma confianza, seguridad, fortaleza, protección, etc. Siempre
podemos encontrar en él, un acto que nos beneficia de diversas maneras, tanto a
nivel físico como psicológico. El abrazo es un gesto muy común en el que a
menudo no solemos reparar. Todos sentimos los efectos reconfortantes inmediatos
que tienen los abrazos, pero no solemos ser conscientes de los frutos positivos
que podemos obtener y transmitir con el simple gesto de abrazar a los demás.
A
través de un sincero abrazo debemos saber transmitir, todas nuestras energías
positivas a un corazón triste, pudiendo visualizar en esa persona, que posiblemente
le hicimos daño, hacer alejar los traumas, miedos, dudas, tropiezos, etc., junto
con la más poderosa carga de energía y de amor que poseemos. Pensemos siempre
que a través de un sincero abrazo podemos conseguir una inyección de energía, transmitiendo
una inmensa felicidad.
Meditación:
Los abrazos expresan lo que llevamos dentro, sin necesidad de hablar.
...que un abrazo te calienta el alma y te reinicia...Un abrazo, (o mil)!
ResponderEliminarSi Alicia, no uno sino mil, como dices: siempre que los de con respeto, transmitiendo todo el afecto y cariño que puedas dar. Por tanto, no temas darlos, ni recibirlos, te aseguro que siempre te harás feliz y harás feliz a alguien. Un afectuoso saludo.
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