domingo, 10 de febrero de 2019

La desconfianza.


     La desconfianza es en verdad un sentimiento que poseemos de inseguridad y, que al mismo tiempo puede dificultar muchas relaciones llegando a los casos más extremos y condicionarnos al aislamiento. Es un acto cercano al miedo; de hecho, es uno de sus principales fundamentos.  Pero, ¿por qué desconfiamos? ¿Porque creemos que algunos aspectos nuestros sentimientos nos juegan una mala pasada? Quizás, porque no comprendemos que en la vida se nos presentan determinadas acciones que no entendemos. A decir verdad, se trata de sentimientos personales con un alto nivel limitador, al igual que el miedo o la vergüenza, se esconde la vulnerabilidad que habitualmente descansa bajo nuestra autoestima. El hecho de desconfiar a veces nos vemos insuficientes, menos válidos, pero, cabría preguntarnos; ¿en relación a qué? Es un hecho casi siempre presentable en las personas inseguras o de baja autoestima, las cuales son víctimas favoritas de personas manipuladoras.
            La desconfianza requiere de una confirmación externa para saber si estás haciendo las cosas bien: siempre estos casos aparecen personas que saben ganarse un gran “favor”, para más adelante obtener algo a cambio. Aunque una cosa es tener una reacción emocional momentánea y otra muy distinta es ser víctima de la desconfianza, como la sensación de abandono o los impulsos violentos. Siempre debemos estar propuestos a la comunicación y la tolerancia, siendo estos los primeros pasos para superar esa situación, aunque en verdad a veces tenemos que necesitar ayuda externa.   
            En realidad, casi siempre nos ocupamos de desconfiar, de ser paranoicos y pensar que todo el mundo nos va a dañar o atacar, porque la paranoia y la desconfianza minan nuestras vidas, nuestra salud mental y nos hace vivir una vida miserable.
            La confianza no se otorga por lo que suelen decir, ni por sus apariencias, ni por su carisma, se demuestra por hechos que realmente sean convincentes. Generalmente   salvo raras excepciones, se ve quien es digo de confianza.
            En casos extremos, la desconfianza se instaura en la amistad sin motivo aparente, hasta el punto de cualquier acción que otro ratifica en sospecha. En estos casos el sufrimiento emocional es enorme, tanto para la persona que vive ese estado alterado de conciencia, puesto que esa situación la produce unos motivos de una supuesta fantasía, llegando al extremo de casos en que dichas situaciones se tiñen de un insoportable sentimiento de traición y abandono.
            Tener confianza en uno mismo nos ayuda a sentirnos más seguros, con capacidad de superación y fortaleza para poder lograr nuestros objetivos. Pero, además, este sentimiento de bienestar interior también se nota en las relaciones interpersonales. Por ejemplo; la amistad y el amor, sin son verdaderos, siempre serán muchos más gratificantes para conseguir una buena autoestima.
            Confiemos siempre en que la vida apuesta por nuestro crecimiento. Confiar más que en el “éxito”, en nuestra capacidad de aprender del error, de perdonarnos, de querernos y de seguir adelante a pesar de todo. Confiando de esta manera, sabremos vernos, escucharnos y elegir en cada momento lo que más nos convenga.
           
Meditación: Cuando la desconfianza entra por la puerta, la amistad sale por la ventana.


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