jueves, 15 de noviembre de 2018

Cerrar una etapa.

Decía en uno de mis artículos, que la vida nos presenta continuamente, facetas, épocas y situaciones distintas, a veces tremendamente complicadas; ¿Por qué empeñarnos en mantenerlas siempre presentes? ¿Por qué nos empecinamos en recordarlas, si sabemos que el solo hecho de mencionarlas, ya nos hace daño? Nuestra mente está llena de almacenamientos que se van incorporando desde que nacemos, ya sean creencias, conceptos, situaciones, etc., casi todas por lo general cada vez más complicadas. Entonces, te pregunto: ¿por qué no cerrar definitivamente esas etapas?
Si deseas olvidar, ¡olvida! Si crees que debes perdonar, ¡perdona! Piensas siempre que ni no cierras esa etapa, jamás podrás abrir otra. Lo fundamental es descubrir que siempre optamos con una nueva posibilidad, una nueva alternativa y una nueva opción, para emprender una nueva etapa. No guardes rencor, ni ira, ni desprecio, ni indiferencia, ni desconfianza; analizas que hemos sido diseñados para que nuestras vidas se manifiesten lo más felizmente posible, por tanto, enfócala desde el presente, para poder alcanzar un futuro lleno de posibilidades.
El éxito no entiende de tiempo, ni de resultados. Observas que tienes un potencial y una capacidad lo suficientemente necesaria, para poder abordar ese pasado   que tanto daño te hizo. Nunca actúes por temor a fracasar, debido a que esas “posturas” son siempre lamentables, generando ideas que sólo llegan a confundirnos aún más, e impidiendo que no encontremos la forma de cerrar aquellas etapas. Observa que existen momentos relevantes, en todos los perjuicios que debemos dejar de lado y poder transitar sobre un sentido justo ante una nueva posibilidad.
Así decimos que cuando se disipan las dudas, florece la esperanza y todo es posible. Siempre las equivocaciones son también señales de advertencia que, si las tenemos en cuenta permanentemente, pueden servirnos para evitar reincidir nuevamente. Si somos personas que nos negamos a admitir nuestras propias equivocaciones, jamás sacaremos nada bueno de ellas. Es cierto que cuando nos equivocamos, tenemos cierta tendencia a ignorar o culpar a otros. Asumir nuestros fallos e intentar sacar consecuencias positivas, llevándonos a una visión más amplia de la realidad y dotándonos de nuevas experiencias para el futuro. De esa manera sucede que, cuando nos impedimos limitar esos “cambios” o a cerrar esas etapas, nos paralizamos y anulamos todo lo que está por delante. No voy a negar que el pasado forma parte de nuestras vidas, e indudablemente ha contribuido a que seamos lo que somos. Pero, ¿por qué no, desprendernos de él si nos hace daño y nos atormenta?
 Nunca nos hemos parado a pensar que en todo error siempre hay un “beneficio”, una nueva oportunidad, el quid es saber encontrarlo. Porque si no fuera así, no existiría ese dicho popular que nos dice: “de los errores se aprende” ya que, si durante toda nuestra vida nos empeñamos en vivir pensando en el pasado, jamás podremos vivir el presente, sin poder desprendernos del influjo que nunca nos dejará avanzar. De modo que la respuesta es relativamente sencilla; todo consiste en cerrar esas etapas que tanto nos atosiga, y volvamos a vivir con nuevas energías, e intentar olvidar los malentendidos, abriendo de nuevo las puertas a una posibilidad para que a través de ellas podamos manifestar esos sentimientos que nos hagan conectar con la auténtica felicidad.

Meditación: Para poder seguir, a veces tenemos que empezar todo de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario