Podría ser
distinto, pero a veces no puedo comprender que nos pasa. ¿Por qué somos así? Es
quizás un castigo divino. Dicen las religiones que cuando Dios terminó de
construir el mundo, “vio que aquello era bueno y quedó satisfecho”, pero qué
pensaría hoy. Lo destruiría todo. Creo que no se sería necesario,
desgraciadamente nosotros nos estamos encargando de hacerlo. Hemos vivido un
verano lleno de felicidad, con las playas abarrotadas de gente, hoteles y
residencias llenos al completo, sin embargo otros caminan por tierras y caminos
hostiles sin saber su destino. Solo les preocupa huir de la muerte, sin darse
cuenta que están caminando hacia ella.
Eso me hace al
levantarme, encontrarme en un estado de incertidumbre tal, que una tristeza, un
desánimo, y un pesimismo me embarga por completo. Leo la prensa, acudo a
Internet, escucho los informativos, todo hace que me encuentre en un estado de
abatimiento, que termino pensando que el mundo tal como está no tiene sentido.
¡Esto no puede terminar bien! Quien tenga la costumbre de seguir estos pequeños
artículos, verán que siempre van encaminados hacia tres pilares fundamentales:
El amor, la felicidad y la amistad. Pero cuantas veces me pregunto: ¡Dios mío! Esto:
¿Dónde está? ¿Dónde puedo llegar a encontrarlo?
Comprendo que
hay quien pueda superar todas estas circunstancias, pero yo no puedo superarlo,
se apodera de mí tal estado de depresión que hay día que me encuentro abatido y
derrumbado por completo. Y siempre acompañado ante tal estado, con la triste
desgracia con que la Providencia me ha puesto por delante, esto es: “tener que
vivir con media vida”. Si algunos han leídos algunos de mis artículos, sabrán
por qué lo digo.
En realidad la vida resulta bastante diferente
a como la soñamos. Ésta, pensándolo bien no es una “autopista” lisa y recta,
sino un camino roto y sinuoso, en el que todos inevitablemente tarde o temprano
nos encontraremos con problemas similares que nos aparecerán para fortalecer
nuestra convicción y enriquecimiento, siendo inevitable que continuamente nos
sintamos deprimidos. Es cierto que a través de nuestra existencia padecemos
conflictos laborales, sufrimientos de pérdida de algún ser querido o alguna
ruptura afectiva.
Estas
inseguridades nos pueden hacer perder oportunidades en nuestra vida personal y
también en la sentimental, llevándonos a un estado, ante el cual, no podemos
predecir, que futuro nos espera. Cuando emprendemos un proyecto sin meditar
antes los pros y los contras, ni planificar, es posible que nos aparezcan las
dudas y las preocupaciones. Nos hemos acostumbrado a soportar esa presión en la
que nos vemos envueltos inevitablemente. Pero pensemos siempre, que esa
situación nos aleja de nuestra paz interior y al mismo tiempo nos impide
relacionarnos de forma abierta y receptiva con todo lo que nos rodea. Al hombre
se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: “su libertad humana”, es
decir; la elección de esa actitud
personal con la cual debemos adoptar frente al destino, para decidir nuestro propio
camino.
Comprendo que es
una situación delicada, sobre todo para el que lo padece, debido a que a veces
resulta difícil aparcar esa angustia, la cual genera en mi vida tal
incertidumbre, que en muchos momentos, no sé qué pensar, ni cómo debo actuar,
ante este desbarajuste universal.
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