El amor es algo valioso y único en
nuestras vidas, aunque suelen haber personas que juegan con él, solo por
satisfacer sus deseos personales. Que pase por distintas fases es lógico, pero
el resultado de una relación duradera depende únicamente de lo que ambos
decidan hacer con él.
Hay
expertos que coinciden en que mantener vivo el amor es cosa de dos. Si algo se
“tuerce” nunca volverá a ser como el principio, puesto que el romanticismo de
los primeros tiempos no solo es inviable, sino insostenible, desde el punto de
vista fisiológico.
Comprendo
que no es igual, pero puede ser mejor. Sencillamente es distinto, por lo que no
puede ser medible ni comparable. Puede incluso, ser mejor desde el punto de
vista tanto emocional como cómplice erótico. Vendrán malos tiempos, y uno de
los dos, o los dos, deseará dejarlo, porque el deterioro progresivo de la
convivencia es la prueba más dura a la que un ser humano puede someterse. Por
eso, el diálogo, la mutua comprensión y el apoyo pueden lograr que la relación
prospere. Aunque al principio, se cometen equivocaciones, debido a no “ver” el
trasfondo con exactitud.
Las
expresiones del rostro nos indican lo que la persona ha vivido hasta ese
momento y sobre todo, cómo lo ha vivido; por eso, es importante acostumbrarse a
esas finas marcas en la piel que se van instalando en nuestro rostro y que sólo
son reflejo de nuestra vida. La vida es cambio, ésa es nuestra auténtica
realidad. Basta mirar unas fotos de nuestros hijos de diferentes épocas para
poder evidenciar esa verdad irrevocable. Uno de los pilares de esa construcción
es atreverse a mostrarnos indefensos sin
poses y sin caretas. Con honestidad. Y permitirle al otro que nos conozca.
Pero
no todos lo asumimos así y hay gentes que hacen todo lo posible para borrar de
su rostro las “huellas” del paso del tiempo, aunque no olvidemos que la auténtica
belleza es interior, y no por ello, ni tal vez porque nuestra sociedad no
interiorice, pueda profundizar en nuestra verdad. La preocupación por el
envejecimiento es tema de intranquilidad para muchos de nosotros. Sin embargo,
hay que tener claro que las arrugas no siempre reflejan nuestra edad real. De
hecho, en algunas ocasiones puede haber un desfase notorio entre la edad y los
signos de envejecimiento.
Hay
una diferencia enorme entre dejar huella o dejar cicatrices. Las cicatrices son
señales de daño, de dolor, de heridas abiertas, de emociones que necesitamos limpiar
y tratar. Las huellas son sencillas marcas que no elegimos tener y que nos
recuerdan un tiempo que pasa y no se podemos evitar.
Infidelidad y
celos son circunstancias tan antiguas como el propio amor, que terminan
carcomiendo los cimientos de la pareja, bien sea por motivos fundados o
infundados. Y en tiempos de crisis, no podían faltar los problemas económicos.
El amor es como la energía, ni se crea ni se
destruye… Únicamente se transforma. Porque nosotros vamos cambiando y es cuando
el factor tiempo entra en juego. Solo la verdad y la sensación de libertad de
quien eres, puedes ofrecerle al otro, tu verdadero ser, para construir una
relación de pareja con justa reciprocidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario