Muchas personas viven preocupadas por sus errores o quizás porque se enteren de ellos. Aunque racionalmente comprendan que es normal al cometer fallos, se hunden al sentirse responsables de ellos. Aunque mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo reconocerlo? Será por ese dicho famoso de: “por el que dirán”.
Muchos evitan las decisiones, lo que reduce su desazón momentánea. Ese malestar, siempre volverá a aparecer, porque regresará la necesidad de tomar de nuevo decisiones. Ya sea por baja autoestima, por miedo a no sentirse valorado por los vecinos, los amigos o en definitiva por la “estampa” que tenemos creada ante ellos, pensando que siempre podemos ser criticados y de esa forma hacer que crean que no somos como aparentemente nos presentamos ante los demás.
Reconocer nuestros errores es la mejor manera de sentirnos más libres y, a la vez, aprender en lo sucesivo. Ahora hablando con sinceridad; ¿cuántas veces renunciamos a determinadas apetencias que deseamos, sólo por miedo a equivocarnos.
La mayoría de nosotros ya ni tenemos edad ni voluntad de ir probando error por error, vivimos una sola vez y cuando vemos los errores o temores venir nos desesperamos por haberlo realizado y siempre pensando, en qué pensarán los demás de nosotros. Muchos nos recomiendan en que el primer paso para darse el derecho a equivocarse es aceptar que todo el mundo falla, y que aparentemente quizás no seamos como demostramos ser ante los demás.
Otra de las cosas que debemos tener presente es que la incertidumbre forma parte de la vida, y que no podemos controlarla. La vida suele estar llena de cambios. Pero lo que da tranquilidad no es evitar las decisiones, sino afrontarlas cuanto antes y expresarnos tal como somos.
Ese “que dirán” constituye una agobiante preocupación que se abate sobre muchos de nosotros. Eso de querer aparentar siempre menos edad, tener mejor físico, querer ser una persona tremendamente intelectual ante los demás etc. etc., puede llegar a ser como una especie de ridículo, de obsesión por ser como todo lo que conduce a una excesiva preocupación por la propia imagen llegando a ser realmente perjudicial.
En definitiva, deja que tu entusiasmo te lleve a ser como eres, ponte en movimiento y en cada experiencia irás conectando con tu verdadero ser, llegando con mayor profundidad y seguramente a sentirte más auténtico.
No temas a nadie, teme tan solo a tu conciencia. Quien para hacer cualquier cosa tiene que mirar de reojo lo qué están haciendo los demás, suele ser una persona insegura de sí misma, puesto que estas personas que presumen de libertad y autenticidad, ante los demás suelen ser esclavas de su propia libertad de pensamiento, a cambio de intentar siempre ser igual o mejor a los demás.
Meditación: Es preferible fiarse de las personas que se equivocan a menudo, de quien no dudan nunca.
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